Como nativo torrevejense criado en los años 70, he pasado gran parte de mi infancia y juventud en lo que vino desde tiempo atrás a denominarse Eras de la Sal. Las Eras, como siempre ha sido conocido, ha constituido para todos los chavales de mi generación, y de otras anteriores y posteriores, un enclave fundamental para nuestro desarrollo, esparcimiento, aprendizaje mundano y diversión. Las Eras, durante años, fue el punto de encuentro de gente joven y no tan joven, en una Torrevieja que ofrecía pocos atractivos en materia de ocio, y compensaba de alguna manera de aquel déficit.

Todos los recuerdos de mi infancia y primera juventud vienen indisolublemente vinculados a este lugar. Hay que recordar que en las Eras, en lo que hoy constituye el patio de butacas, se ubicaba una especie de pista deportiva(por ser generosos en su calificación), en donde se ejercitaban todo tipo de actividades, desde los entrenamientos del equipo de balonmano, (que allí nació, dirigidos por Esteban Rosado, «El Profe», de cuya mano surgieron personas tan relevantes posteriormente a nivel deportivo en el municipio como los legendarios Tabi o Carmona, alma mater del deporte local), hasta sus partidos de competición, que atraían a medio pueblo, los campeonatos de fútbol sala, con un seguimiento hoy inalcanzable, incluidos los partidos nocturnos, en los que el relente jugaba malas pasadas por lo resbaladizo de la pista, hasta los ensayos de las «majorettes», que se realizaban en la parte de tierra, compartiéndolo al compás de los ensayos de los tambores y timbales, junto con las horas en las que, no siendo ocupada por nadie, los chavales la utilizábamos como podíamos, huyendo de la vigilancia del «Papi», Morales, que venía a ser encargado del recinto. Se llego a utilizar Incluso para las clases de «gimnasia» de los colegios que no teníamos instalaciones deportivas (todos menos el «Cuba», por otra parte).

En la parte de arriba se encontraba el bar, el grupo de empresa de las salinas, ensayaba el Coro del Maestro Ricardo, se jugaba al billar, se organizaban los salineros en Asamblea, se exponían los juguetes para Reyes, constituyendo en definitiva un punto de convivencia, una especie de centro social enormemente popular y frecuentado.

En la parte de abajo, lo que son propiamente las Eras, los chiquillos, (y los no tan chiquillos), disfrutábamos de la libertad de los espacios abiertos, aunque fuera para ver «las lisas», coger «peluas», disfrutar de sus atardeceres rojos, echar partidos o simplemente pelar la pava con las primeras novias. En las Eras, al margen de las Habaneras, se celebraban conciertos, actuaciones y actividades de todo tipo; he disfrutado de ese escenario desde todos los puntos de vista; he jugado al futbito, al balonmano, he visto partidos, he descargado camiones para conciertos, y en definitiva, las he vivido.

Posteriormente, y después de su restructuración (que siempre me ha parecido una de las mejor inversiones realizadas en Torrevieja), todavía tuve posibilidad de visitarlo y pasearlo con mi mujer siendo mi hijo mayor muy pequeño. Y de repente cerró.

De pronto, sin saber muy bien por qué, las Eras dejaron de ser un lugar de esparcimiento público, para cerrar sus puertas y abrirlas exclusivamente para el Certamen de Habaneras y últimamente para algún evento particular, supongo que previo pago al Ayuntamiento.

Desde entonces me he preguntado por qué se tomó tal decisión, que hoy se mantiene, por qué una parte de nuestra historia, constitutiva de un espacio público y hermoso, bien cuidado (mucho más que en mi niñez), que podía suponer no solo lugar de paseo y de esparcimiento, y en definitiva disfrute de los ciudadanos de Torrevieja, sino también un indiscutible atractivo turístico, permanece cerrado Hace años que vengo comentando este hecho, y el tiempo ha venido a recordármelo, cuando, con motivo de la llegada a Torrevieja por primera vez de un crucero de pasajeros, por iniciativa no sé de quién, se acordó, entre otros productos ofertados, la apertura del recinto de las Eras a los posibles turistas que bajaran a puerto. Y yo me pregunto ¿de verdad tanto cuesta mantenerla abierta a diario? ¿qué impide que muchos ciudadanos criados en Torrevieja(como ya ocurre) conozcan una de los sitios más bellos y con mayor historia de su pueblo? ¿ es una locura proponer su apertura, con la indicación de cada una de sus zonas, su historia y su uso, su origen, su utilización, con la mera presencia de una o dos personas encargadas de mantenimiento e información?.

Creo sinceramente que no, que a veces a base de forzar la vista para admirar lo lejano, dejamos de ver la hermosura de lo cercano, de lo nuestro, de lo accesible, que a la vez puede ser rentable desde todo punto de vista... Y aunque no lo fuera.