En estos cien días ¿Ha cambiado su percepción de cuáles son los problemas más prioritarios?.
Están los grandes problemas y los miniproblemas... que son que todo el mundo viene a pedirte algo. Muy pocos vienen a darte soluciones. Hay una situación de necesidad que no la podemos esconder, ni eludir. Y muchos vecinos creen que el alcalde tiene no sólo autoridad, también poder para solucionar los problemas que tiene cada familia.
Y eso ocupa la función diaria del alcalde...
Muchos piden trabajo, otros te dicen que tienen a su hijo viviendo con su nieto en la casa... con una pequeña pensión, o que a su hijo lo han desahuciado, o que no tiene trabajo. Que van a Cáritas, que les da mucha vergüenza... La gente entiende que el alcalde puede ser una solución a su problema.
¿Y qué hace el alcalde entonces?
Lo único que puede hacer es escuchar. Tiene la obligación de escuchar. Eso te ocupa mucho tiempo, pero no puede llegar una persona que confía en ti y en la institución, decirte lo mal que está y pedir trabajo en los servicios municipales como las basuras o Agamed, y no atenderlos. Vienen a pedir trabajo como si fuera una agencia de colocación. Pero cuando hay miles de personas que lo están pasando mal, el alcalde tiene que atenderlos lo mejor que pueda. El pulso de una ciudad empieza en esos vecinos. Otro tema es que tengamos capacidad efectiva para superar eso. Para eso está el medio y el largo plazo.
