Hay un refrán que asegura que «no ofende quien quiere, sino quien puede», lo que jode es que hay quien, ¡quiero pensar que sin darse cuenta!, utiliza ese «chascarrillo» con demasiada frecuencia sin tener en cuenta que los demás podemos desempolvar -acudiendo a las hemerotecas- asuntos que, sin pretenderlo, pueden dejar con el culo al aire a más de uno. En varias tribunas he hablado del «efecto boomerang» -¡lo que va, vuelve!- y en la de este martes, mira por dónde, creo que voy a volver a hacerlo. ¡Jaté!.

En política, como en cualquier otra faceta de la vida, se tiene que estar muy seguro de lo que se dice, o se hace, con el fin de que lo que se ha dicho, o hecho, no se vuelva en contra. Parafraseando al expresidente Adolfo Suárez: «Quiero recordar y recuerdo» que @emiliobascu, a saber alcalde de todos los olezanos -los gordos, los delgados; los altos, los bajos; los listos, los no tanto; los que curran, los parados; los de pelo largo, los de corto; los rubios, los morenos; los azules, los rojos; los barbudos, los imberbes; los gays, las lesbianas; los curas, las monjas- dijo, en su toma de posesión como primer ciudadano de la Villa y Corte que, desde ese momento -cito textualmente su discurso, había que «trabajar con determinación, tesón y perseverancia para mejorar el legado que nos cede la anterior Corporación», a la que -según publicó éste periódico el 14 de junio- «reconoció el esfuerzo y a la que felicitó por los logros conseguidos».

¡Mira y mira!. Han pasado cien días y las cosas han cambiado o lo parece. Emilio, hay otro refrán que dice que «en boca cerrada no entran moscas», aunque no es menos cierto aquel otro que reza: «Donde dije digo, digo Diego». Y me refiero a que, el «hombre, como no es río, puede volverse atrás», pero, eso sí, sin ofender la inteligencia de los conciudadanos o, cuando menos, sin menospreciarla. En tan sólo cien días se ha pasado de felicitar a la anterior Corporación, la de Guillén, por los logros a tener que «solventar» -vuelvo a citar textualmente lo dicho por mosén Emilio- situaciones «mal gestionadas amenazando consecuencias muy negativas para todos los oriolanos». ¿En qué quedamos?. ¿Los chicos de Guillén lo hicieron bien o mal?. Está claro que «nada es verdad ni mentira, sino del color del cristal con que se mira» por lo que para un verderol lo harían de puta madre, mientras que para un pepero lo habrán hecho de puta pena. ¡Digo yo!.

Nuestra primera autoridad ha ido más lejos. Leo: «Lamentablemente otras cuestiones abordadas -quiero pensar que se refiere a las tratadas los primeros cien días de gobierno- ya no tenían arreglo y Orihuela ha perdido oportunidades que no se podrán recuperar, como el abastecimiento de agua del Taibilla a Barbarroja, que se podía haber hecho con fondos de la Comunidad Europea (más de 400.000 euros perdidos), la construcción del Centro de Emergencias de la Costa con cargo al Plan Confianza (más de 2 millones que ahora no se sabe qué va a pasar y desde 2012 no consta que se haya reclamado) y otras muchas cuestiones que solamente ponen de manifiesto la desidia y el mal hacer que ha imperado últimamente en nuestro Ayuntamiento».

¡Chico, chico!. Emilio, hay otro dicho que asegura que «el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios». Entonces, ¿en qué quedamos¿. ¿Los del anterior equipo de «desgobierno» son unos «mangurrianes» y hay que fusilarlos al amanecer, llevarlos al cadalso o les ponemos un monumento en el «jardinico» que quedó libre cuando se retiró el monolito al General Franco a la entrada de la Glorieta?.

A ese efecto me refería, al «efecto boomerang», porque ¡hay que ver lo que ha cambiado la cosa en tres meses y diez días!. La situación en la Casona de la Esquina del Pavo estaba mal antes y ahora, pero «no hay más ciego que quien no quiere ver ni más sordo que quien no quiere oir», de ahí que, aunque sea sin querer, se meta la pata hasta el corvejón, sobre todo cuando no se está bien informado y asesorado o cuando uno se cree autosuficiente y se pasa por el arco del triunfo a su equipo de trabajo. ¡Si, cuando se lo pasa por el arco del triunfo!. Por ejemplo, este verano -¡vaya mierda de verano que me he pasado!- le pregunté -por curiosidad- a uno de los hombres fuertes del gobierno en el Palacete del Marquesado de Arneva si era cierto que se había fichado a un chaval que trabajaba en una emisora de radio para el Gabinete de Prensa -¡mis fuentes me lo habían asegurado!-, sin embargo me contestaron: «¡No te puedo decir nada porque el alcalde no nos consulta ni nos dice nada; él sabrá!». Llamé al chaval para felicitarle, pero todavía estoy esperando que me coja el teléfono o me devuelva la llamada. El muchacho, me cuentan, ahora presenta actos de partido, no de grupo, pero cobra del Ayuntamiento; o sea, ¡le pagamos nosotros!. ¡Y no hablamos que quién y cómo hará los presupuestos!. ¡Ay, Señor; no ofende quien quiere, sino quien puede!.