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Torrevieja

Aplausos para un turista fugaz

400 pasajeros del primer crucero que recibía Torrevieja estuvieron menos de seis horas en la ciudad

Aplausos para un turista fugaz

El «Amadea», primer crucero que hacía escala en Torrevieja en toda su historia, fondeó ayer en aguas de la ciudad y dejó una espectacular imagen de su silueta «flotando» sobre el dique de Levante y un impacto económico relativo y muy difícil de cuantificar. En torno a 400 de sus 600 pasajeros, la mayoría de origen alemán, desembarcaba en una zona habilitada para su llegada en el puerto deportivo Marina Salinas, entre unas medidas de seguridad nada discretas y el aplauso espontáneo de algunos ciudadanos que se acercaron a curiosear cómo saltaban a tierra. Faltaba solo la banda de música, pero a juzgar por alguna cara de sorpresa de los cruceristas alemanes -como Klaus Vogeler y su mujer Sigrid, que fueron los primeros en pisar tierra- tampoco hacía falta ninguna.

Algo sorprendidos pero desde luego encantados de pisar la primera ciudad del Mediterráneo después de dos semanas de travesía.

A estos alemanes de pensiones generosas y ya curtidos en escalas fugaces de largos cruceros se les pudo ver paseando por el centro, las calles peatonales, realizando alguna compra y sobre todo intentando pasar una tarde tranquila en una Torrevieja que ofrecía su imagen más turísticapasar una tarde tranquila . Antes, la maniobra de aproximación y llegada de la embarcación de 200 metros de eslora, que se divisaba desde cualquier punto de los paseos de la ciudad, generó expectación y muchos vecinos se acercaron a contemplar el buque, como si fuera el día de la Virgen del Carmen. El «Amadea» dejó las aguas torrevejenses sobre las once de la noche rumbo a Palma de Mallorca. La logística y la seguridad marítima coordinadas por la Capitanía Marítima, la naviera Phoenix Reisen, Guardia Civil y Ayuntamiento y dispuestas para la ocasión funcionaron. Y eso que las condiciones meteorológicas para realizar el traslado desde el barco fondeado a unos pocos cientos de metros del puerto -muy cerca de donde lo hacen los mercantes que esperan turno para cargar sal, fuera de la bahía- no acompañaban del todo. Desde mediodía sopló viento de lebeche con rachas de hasta 30 kilómetros por hora. Pero el último día del verano sí fue, como corresponde al clima torrevejense, muy soleado y el termómetro alcanzó los 33 grados.

Aunque oficialmente se decía ayer que la práctica totalidad del pasaje había aprovechado la oportunidad de desembarcar a través de las naves lanzaderas del propio crucero -las mismas que se utilizarían en caso de salvamento- lo cierto es lo hicieron unos 380 según la información de la propia naviera, a los que había que sumar un centenar de tripulantes - la mayoría de origen filipino- que se animaron a última hora a la visita.

En torno a las 7 de la tarde una parte del pasaje ya lo había visto todo. Con precisión germana regresaba a la hora de la cena al barco. Otros, con sombrero para el sol, plano en mano, participaban de lugares torrevejenses donde los haya como la glorieta con su iglesia de La Inmaculada, el popular paseo de los hippies, o la calle Concepción. Todavía a las 21.30 permanecían unos 60 cruceristas en Torrevieja. Algunos sentados en los bancos de azulejos de la plaza de Waldo miraban sin más pasar la gente, ajenos a su enorme potencial. Estos sí, convertidos ya en referencia turística de 2015 gracias a whatsapp.

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