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El viaje a ninguna parte

La experiencia de jóvenes que buscan trabajo en Inglaterra se convierte a veces en un calvario

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Son miles los jóvenes españoles que han iniciado la aventura de emigrar a otro país emigrar a otro país tras terminar sus estudios o lograr empleo. Muchos de ellos han escogido la opción del Reino Unido porque les ofrece la posibilidad de aprender inglés y encontrar trabajos temporales -hay oferta en especial en el sector industrial, en almacenes y fábricas-, con los que obtener algunos ingresos y regresar a España, o les permite introducirse en ese país en el área profesional para la que se formaron, al no tener alternativas laborales, de momento, en sus lugares de origen en España. Pero el camino no resulta nada fácil. Y no solo por el idioma.

Este es el caso de la experiencia británica de Álvaro, Miriam, Joaquín o Carlos. Se encontraban en la ciudad de Wrexham, al norte de Gales, trabajando por mediación de una subcontrata para la empresa de refrescos. Pero a pesar de haber buscado la garantía de una empresa que les facilitara el «aterrizaje» en el país de destino, el resultado de su estancia laboral no ha sido nada bueno. Pese a contar con un contrato de obra y servicio garantizado para catorce semanas, después de diez días comprobaron que se habían quedado sin el empleo. Una circunstancia que no sería extraordinaria dada la actual coyuntura económica, si no fuera porque estos cuatro españoles decidieron programar su viaje y su estancia en el Reino Unido apoyándose en una de estas agencias especializadas que han florecido en España para dar soporte a este tipo de desplazamientos.

«Pensamos en la seguridad de tener quien te respaldara si sucedía algo así», explica Carlos Sánchez, quien como Joaquín, Miriam o Alvaro confiaron en los servicios ofrecidos por este tipo de empresas como garantía para evitar malas experiencias en un país donde desde el idioma hasta las relaciones laborales son distintas. Servicios que van desde la gestión del viaje y alojamientos, hasta la realización de trámites como abrir cuentas bancarias o directrices para lograr la tarjeta de la seguridad social, prometiendo una atención 24 horas en castellano en caso de surgir algún problema. Todos habían destinado además una parte de sus ahorros para ese objetivo.

Sánchez comenta que él tenía ya «un billete de avión comprado para marzo hacia Dublín, para probar por mi cuenta, pero un amigo me aconsejó que recurriera a una agencia». Se puso entonces en contacto con una academia en San Pedro del Pinatar (Murcia), donde la responsable que les atendió les derivó a la agencia, a la que Sánchez, licenciado y con un master en biología celular y genética, abonó 890 euros. Recuerda ahora con ironía que «con nosotros nunca estaréis solos ni desatendidos» es uno de los lemas de estas agencias. «La única diferencia que veo hoy entre haber probado por mi cuenta y esto, es que he tenido que darles todo ese dinero, ya que solo he trabajado un día en los últimos 18 y estoy repartiendo curriculums y contactando con empresas por mi cuenta». Este joven ha puesto una reclamación ante la Oficina del Consumidor por el trato que ha recibido.

Estas agencias trabajan a su vez con otras de trabajo temporal británicas sobre el terreno. En el caso de Carlos la empresa de colocación local que tiene subcontratados a los españoles «ha ido dando trabajo de manera esporádica en otras factorías».

Demasiados gastos

Álvaro, que llegó con una agencia granadina, decidió volverse por su cuenta antes de lo previsto, perdiendo el dinero del billete que tenía para septiembre, ante la imposibilidad de mantener sus gastos comunes. Desde el 27 de julio había trabajado solo tres días y sin que su agencia le hubiera dado alguna solución alternativa. El caso de los valencianos Joaquín y Miriam no es distinto. Llegaron a través de otra agencia, han trabajado unas semanas, un solo día, otras tres, en distintas factorías en turno nocturno. Pero las promesas de nuevas contrataciones se han ido postergando... Los cuatro jóvenes coinciden en la falta de comunicación de sus agencias, y consideran que les han ocultado información además de no haber respondido a mensajes y correos electrónicos, llegando incluso a «mentir e incluso no coger el teléfono o responder la llamada» cuando empezaron a surgir los problemas. Es la otra cara de los «españoles por el mundo».

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