Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Torrevieja

Vivir a bordo de un pesquero

Su barrio es el puerto marítimo, su casa un barco y su familia los compañeros que faenan desde el dique de Levante

rabajo de los pescadores en uno de los almacenes de la Lonja. tony sevilla

Moussa tiene 34 años, es de origen senegalés y ha pasado los últimos meses en un barco en Adra, Almería. El pasado 17 de agosto comenzó su nuevo empleo en un pesquero del puerto de Torrevieja. El buque en el que cada noche sale a faenar en busca de bancos de peces no es sólo su lugar de trabajo, sino también su casa. Allí cocina, se asea, duerme y pasa sus ratos libres con otros compañeros que residen junto al dique de Levante. Decenas de pescadores llegados desde otras provincias españolas y del extranjero conviven en los navíos atracados en este muelle de la Vega Baja, un lugar que aunque se ha modernizado con el paso del tiempo sigue siendo testigo del estilo de vida de los marineros que viven a bordo de un barco pesquero.

El puerto marítimo de Torrevieja ha acogido este verano una flota compuesta por 19 embarcaciones pesqueras, de las que 16 son procedentes de otras localidades de la provincia alicantina, de Almería, Granada o Málaga. Los patrones eligen este enclave del sur alicantino para faenar en verano debido a sus cómodas instalaciones y a los abundantes bancos de peces que, con un poco de suerte, se encuentran en verano en esta zona del litoral. La actividad pesquera se da en un ambiente azaroso en el que no siempre el esfuerzo realizado se compensa con buenas capturas. Cuando no se pesca, no hay sueldo. Este hecho explica en parte la movilidad casi obligada que emprenden las flotas por el litoral español, un rotación a la que se suman los marineros que viven de esta actividad.

INFORMACIÓN acompañó durante una jornada matinal a los pescadores del barco del patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Torrevieja, Pedro Carmona, que mantiene una plantilla de 12 marineros, formada por hombres senegaleses y marroquíes. Muchos de ellos llegaron a España tras años de trabajo como pescadores en sus países de origen. Otros en cambio ya han ejercido la actividad en otros puertos españoles. Tienen experiencia, conocen la actividad y están acostumbrados a un modo de vida sencillo, disciplinado y un tanto nómada.

Salir a faenar de domingo a jueves lleva consigo unos gastos de 5.000 euros semanales en combustible y en las Cuotas de la Seguridad Social de la plantilla. La costumbre marinera establece que las ganancias se dividen siempre de la siguiente manera: al beneficio total se le restan los gastos y del dinero neto resultante se reparte en un 50% para el patrón del barco y un 50% para los marineros, aunque cada uno de éstos recibe un salario desigual en función de las tareas que desempeña. Tras toda una noche faenando en el mar, la llegada a la Lonja es uno de los momentos más esperados por los trabajadores. Es cuando se produce el momento de la subasta y cuando saben cuánto se les pagará por el trabajo realizado durante esa jornada. Los pescadores son uno de los pocos colectivos que no ponen precio a su trabajo, pues son los comerciantes e intermediarios los que marcan el valor económico de las capturas mediante el sistema de subasta.

Son las nueve de la mañana. Mientras las cajas de pescado se acaban de subastar en la Lonja, el senegalés Moussa se ducha y se prepara para ir a comprar a un supermercado. Además de ejercer como pescador, es el encargado de la cocina del barco y cada día prepara la comida al resto de compañeros, entre ellos su primo Boubba, que también trabaja para el mismo patrón, al igual que Mos, Omar, Malick o Ansou, entre otros. El cocinero y marinero se refiere a todos ellos como «buenos amigos» y destaca que la permanencia de largas horas en las embarcaciones y lejos de casa hace que se consideren una gran familia. Poco antes de las 11 horas Moussa vuelve al puerto con la compra del día. Sus camaradas todavía siguen trabajando recogiendo una de las enormes redes que se mantienen en uno de los almacenes del puerto. Se acerca, saluda y vuelve al barco para preparar el almuerzo.

Una vez que los trabajadores acaban de trasladar las redes de un almacén a otro, acuden a las duchas de las instalaciones del puerto para asearse. La jornada laboral de casi 12 horas llega a su fin y es momento de descansar. A las once y media de la mañana la embarcación en la que viven se empieza a transformar en su casa flotante. Lo primero que hacen es colocar un toldo sobre la cubierta para resguardarse del sol. Mientras unos preparan la comida, otros aprovechan para lavar a mano algunas prendas que tienden después en cuerdas que cuelgan del barco.

Echar un vistazo al resto de embarcaciones ancladas en esta zona del muelle pesquero revela que la mayoría de las cuadrillas de marineros se rigen por horarios similares. Se asean, comen, dejan al sol el calzado y algunas de las prendas mojadas por el trabajo de la noche anterior y a las 13 horas el puerto enmudece. Moussa, su primo y otros compañeros descansan en su camarote, un espacio pequeño con varias literas que se queda en silencio hasta bien entrada la tarde, un silencio roto por el leve ruido del aparato de aire acondicionado que refresca la estancia. Mientras tanto otros estarán descansando en sus casas porque viven en la ciudad o cerca de Torrevieja y pueden permitirse ir y venir todos los días. Volverán a última hora de la tarde, para preparar el barco y volver a salir a faenar.

La rutina se repite todos los días de domingo a jueves. Es el viernes por la mañana cuando buena parte de los pescadores sí se marcha a casa a pasar el fin de semana. Otros como los dos primos senegaleses se quedarán en el puerto para aprovechar el tiempo libre haciendo deporte o saliendo a disfrutar de la ciudad. «Si todo va bien, pronto alquilaremos un piso en Torrevieja y vendremos al barco solo a trabajar», comenta Moussa. Hasta entonces seguirán haciendo vida de día y de noche en el puerto marítimo que acoge a todos aquellos que viven su vida a bordo de un pesquero.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats