Las denuncias sobre los problemas que sufre la costa de Orihuela han llenado las páginas de nuestros periódicos durante estas últimas semanas. La limpieza de las playas, el abandono de parques y plazas, los desmedidos "macro-botellones" privados, las deficiencias en el transporte público, los badenes de diseño ilegal, el colapso administrativo o el deterioro del carril-bici son algunas de ellas. Parece que el aumento estival de la población, pese a contribuir claramente a agravar estas cuestiones, ha tenido consecuencias positivas: la movilización vecinal y la consecuente visibilización del abandono al que Orihuela Costa se ve sometido por el Ayuntamiento.

Los partidos políticos, fieles a su afán por apropiarse de las reivindicaciones y los logros, han conseguido convertir los problemas en una oportunidad para cobrar protagonismo, obtener titulares, salir en las fotos y prometer soluciones puntuales. El alcalde, cómodo en esta dulce fase inicial en la que todavía puede achacar responsabilidades al equipo de gobierno anterior, promete impulsar fórmulas para que el próximo verano no se repitan los problemas que hemos tenido durante estas vacaciones.

En Cambiemos Orihuela, sin embargo, consideramos que Orihuela Costa no es sólo una ciudad de vacaciones. El abandono al que se ve sometido esta porción de nuestro término municipal no se produce sólo durante los días de sol y playa, ni tiene que ver exclusivamente con cuestiones que atañen a la imagen que proyectamos hacia los turistas, ni a las masificaciones estivales. El abandono se produce durante todos los meses del año y está relacionado con una grave fragmentación del territorio y del tejido social, derivados de un modelo de crecimiento urbano basado en la especulación y en la construcción masiva sin planificación previa de servicios básicos. Los residentes de Orihuela Costa sufren constantemente las consecuencias de esta desorganización estructural, y el lógico agravamiento de cada uno de los problemas que les afectan en época estival es sintomático: las soluciones no pueden concebirse de forma independiente, ni sectorial ni temporalmente. Hemos de impulsar una estrategia global de gestión, que identifique los problemas que existen en relación a la carencia de servicios y proponga soluciones que contemplen el aumento de población durante los meses de verano.

Con este artículo queremos añadir a la lista un problema que nos preocupa especialmente. Se trata de la ineficacia del servicio de recogida de residuos. La gestión de las basuras, recientemente municipalizadas, debería convertirse en un objetivo prioritario para la ciudad. No nos podemos permitir que la mala calidad del servicio sirva como excusa para su eventual privatización (con el riesgo de que se conviertan de nuevo en un indeseable foco de corrupción descontrolada y/u otro crimen medioambiental).

Orihuela Costa se muestra descuidada, tanto para los residentes como para los turistas veraniegos. Las vaguadas no se limpian, están llenas de bolsas de plástico, latas, vasos de cartón, carritos de supermercado, colchones, y un sinfín de objetos desechados, con el consiguiente peligro de incendio, por ejemplo, que su acumulación comporta en algunos lugares. Los solares y el campo se llenan de escombros. En las playas, muchos residuos quedan enterrados en la arena después del paso de las maquinas. Las podas se acumulan durante días al lado de los contenedores y hay enseres (muebles, colchones, cajas, electrodomésticos) tirados en la calle sin avisar para su recogida, en ocasiones durante más de dos semanas. En general, un sinfín de problemas de limpieza que generan daños medioambientales, molestias a la ciudadanía, y una pésima imagen.

Una de las principales causas de este desorden es la falta de contenedores, sobre todo de contenedores de reciclaje, que cuando están, se encuentran tan alejados entre sí que la separación de residuos se convierte en una ardua tarea para los usuarios. También escasean los contenedores de poda, cuya recogida tiene periodicidad semanal, insuficiente durante la época de verano (recordemos que los habitantes de Orihuela Costa pagan un impuesto adicional por este servicio).

Los residentes -los extranjeros y los españoles- desconocen los días de recogida de podas y enseres, por falta de información física y telemática accesible. El desinterés por comunicar se materializa en el cartel que identifica los contenedores de podas, que incluye una traducción inglesa errónea: "green rubbish" (los ingleses utilizan el término "green waste" para referirse a este tipo de residuo). Por último, la escasez de personal y la falta de recursos materiales: en este verano sólo hemos tenido seis personas más de refuerzo limpiando en horario diurno, y cubriendo vacaciones de otros compañeros -para un tejido que congrega una población que, en estos momentos, alcanza los 200000 habitantes- y hemos dispuesto de un número muy reducido de máquinas, que otros años ha sido reforzado con alquiler de material adicional (un pulpo de recogida de podas).

Se nos ocurren múltiples soluciones para las cuestiones expuestas -que van desde campañas de concienciación y mejora del equipamiento hasta distintas formas de reforzar la plantilla de trabajadores sin necesidad de recurrir a nuevas contrataciones, bloqueadas por la Ley de Racionalización. Pero, volviendo a la línea con la que comenzábamos el artículo, consideramos que lo fundamental para resolver la situación es diagnosticar y reconocer el problema en un marco de carencias estructurales y de planificación en los servicios que se prestan en Orihuela Costa.

Aprovechemos esta ola de quejas vecinales perfectamente justificadas, analicemos nuestras playas y continuemos identificando los problemas que afectan esta parte de nuestro territorio. Hagámoslo, por supuesto, de la mano de los vecinos que allí residen. Dispongamos herramientas eficaces de participación directa. Trabajemos para mejorar y reforzar la red de servicios municipales en la costa, y diseñemos una estrategia conjunta que la reconozca como algo más que una ciudad de vacaciones, que detecte sus carencias y trate de resolverlas desde un punto de vista integral. Y, por supuesto, que contemple el aumento de población y evite que el año próximo, de nuevo, se colapsen los servicios, y tengamos que insistir una y otra vez en las mismas reivindicaciones.