Indignación. Ese es el sentir general de los agricultores del Alto y Medio Vinalopó tras conocer la intención del Gobierno manchego de recurrir el Plan de Cuenca del Júcar. Los regantes de las comarcas más castigadas por la sequía se han puesto en pie de guerra cansados de ver cómo sus cosechas se secan o, lo que es peor, tienen que abandonarlas después de un año de desvelos al no poder costear un agua que cada vez es más cara, más escasa y más salina. «Si nos quitan el trasvase del Júcar, que es lo último que nos queda, ya es la muerte para los campos del Vinalopó. Tendremos que irnos todos los agricultores de esta zona a la playa a vender refrescos y sombrillas porque será nuestro fin», ha indicado Ramón Torregrosa mostrándose, además, muy crítico con el trabajo de los políticos. «A estos señores los elige el pueblo para que resuelvan los problemas de los ciudadanos y a cambio tienen sus buenos sueldos fijos, sus asesores y un despacho con aire acondicionado. Pero, por desgracia, lo que hacen es crearnos problemas a quienes trabajamos la tierra solos, con frío y con calor, y arrastramos pérdidas año tras año», lamenta el veterano agricultor con fincas de vid y almendro en La Romana y Pinoso. Es un ejemplo de la opinión que comparte la mayoría de los agricultores del Alto y Medio Vinalopó. Un sector del que dependen 22.000 puestos de trabajo y que genera al año 200 millones de euros.