La carrera más gamberra de las fiestas de Bigastro, la de los autos locos, congregó ayer a decenas de personas en las calles de la localidad para contemplar las creaciones tan originales como imposibles, en vehículos de cuatro e incluso dos ruedas. Zanahorias, minios en forma de automóvil, chupa chups... cualquier motivo era válido para aunar el sentimiento de competición con una buena dosis de sentido del humor con el único fin de despertar las carcajadas del público y de los participantes de la carrera.

Tras la competición, llegó el momento de reponer fuerzas con una jornada gastronómica que volvió a sacar a la calle a los vecinos y visitantes de la localidad. Tras un descanso vespertino, la actividad se retomó de nuevo en la verbena municipal, donde la música y el baile tomaron el relevo de las festividades, a la que volvieron a acudir numerosos bigastrenses para disfrutar de los actos.