Callosa de Segura prepara un homenaje para rendir tributo al primer cantaor flamenco que actuó sobre los escenarios de Nueva York en 1892. Se trata de Antonio Grau Mora, un callosino conocido en el mundo del cante como «Rojo el Alpargatero» y cuyo recuerdo centrará la primera edición del nuevo «Festival Nacional de Flamenco», que tendrá lugar entre el 6 y el 9 de noviembre. La figura de este artista servirá igualmente para poner en valor la tradicional cultura del cáñamo, aprovechando que el homenajeado conjugó durante su vida la pasión por el cante español con su trabajo como productor de alpargatas a través de esa fibra vegetal.
Grau Mora nació en Callosa de Segura en 1847 y vivió allí durante más de 20 años, cuando por motivos laborales se trasladó a Cartagena, una ciudad receptora de fibra de cáñamo con denominación callosina para la elaboración de diferentes productos como alpargatas. Fue allí donde frecuentó tablaos flamencos en los que se interpretaban los reconocidos cantes de las minas y desde donde alcanzó la fama que le catapultó a Estados Unidos para actuar durante tres noches en el Chickering Hall en el espectáculo que organizaba su cuñada, la bailaora Carmencita. Así lo documenta el profesor de la Semiótica de la Publicidad de la Universidad de Alicante, Kiko Mora, también doctor en Filosofía por la Universidad de Ohio.
El estilo musical de los cantes flamencos mineros que el callosino interpretó en la ciudad de los rascacielos ha llegado hasta nuestros días a través del Festival Internacional del Cante de las Minas de la Unión, un evento que recibirá este año el «Premio Cabal» del Festival Flamenco de Callosa por su trayectoria y aportación a la difusión de ese estilo musical, reconocido en 2010 por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La concejala de Cultura de Callosa de Segura, que presentó el novedoso evento acompañada del alcalde, Javier Pérez, consideró que con esta primera edición del Festival Flamenco de Callosa de Segura «se le rinde un sentido y profundo homenaje por su aportación indiscutible que ha tenido hacia el flamenco» y también «se da más valor si cabe a estos cantes mineros que son parte fundamental en el árbol genealógico del flamenco».
