El obispo de la Diócesis, Jesús Murgui, presidió en la Catedral de Santiago la homilía, excelsa en cuanto a su contenido y duración y de gran sentido religioso, donde recordó lo que supone para Orihuela esta imagen. Fue la de ayer una jornada festiva y muy esperada por los oriolanos pues marca el final para la mayoría del estío y la vuelta a los quehaceres más cotidianos, aunque este año el adelanto del curso escolar haya roto lo que era prácticamente una tradición que en esta ocasión ha variado de orden.

La mayoría de ediles de la Corporación acudió a un acto religioso que concluyó cerca de las ocho y media, momento en el cual la gente se agolpaba ya en los alrededores de la Calle Mayor esperando ver a la imagen, con sillas traídas de sus casas o sentados en alguna de las terrazas. Como es tradición, los trabajos para trasladar desde el altar a la patrona hasta la puerta de la seo fueron difíciles por lo ajustado de las dimensiones del trono, tarea que realizaron con maestría los cofrades de la Archicofradía de la Virgen de Monserrate. Mientras, en el exterior del templo las campanas de toda Orihuela anunciaban que la patrona iba a salir en procesión. La Unión Lírica Orcelitana acompañó a la comitiva, junto a cargos públicos, fieles, miembros del Cabildo de la Catedral y agentes de la Policía Local que se sumaron al acto.

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Cámaras y móviles fotografiaron uno de los momentos más entrañables con la virgen abandonando la que es durante estos días su «casa», la Catedral de Santiago, que dejará el próximo fin de semana para regresar a su Santuario, declarado este año Bien de Interés Cultural Bien de Interés Cultural por la Generalitat Valenciana. La procesión concluyó cerca de las diez menos cuarto, con un castillo de fuegos artificiales, devolviendo el pulso a la ciudad.