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La Virgen yacente

Las Clarisas de Orihuela cumplen con la tradición y muestran a los fieles la imagen que guardan de la Asunción

La Virgen yacente

La festividad de la Virgen de la Asunción no ha quedado en el olvido en Orihuela y todo gracias a las Hermanas Clarisas. Cada año con motivo de su festividad, exponen en el convento de San Juan de la Penitencia una imagen única en la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción en actitud durmiente -antes de ascender a los cielos- manteniendo así una tradición de siglos en Orihuela ya que existen testimonios que demuestran que la veneración que despierta la «Virgen de Agosto», como se la conoce popularmente, es anterior al siglo XVII.

Junto al altar mayor reposa la imagen que data del siglo XIX, según las investigaciones publicadas por María de la Cruz López, aunque el sacerdote Andrés de Sales Ferri Chulio indica en su obra dedicada al Monasterio de San Juan de la Penitencia que la imagen es del XVII y de autor anónimo. El sacerdote también explica que la Virgen viste un traje del siglo XVIII y sandalias de plata del mismo siglo así como lleva una corona imperial y una media luna a sus pies realizada por el orfebre Porta en el siglo XIX.

Las Clarisas son las encargadas cada año de exponer la imagen en un laborioso trabajo ya que la talla descansa envuelta sobre la tela conocida con el nombre de damasco sobre un catafalco de elevadas dimensiones. Sin embargo las religiosas lo hacen de manera gustosa porque, aunque muchos oriolanos no conocen esta imagen, son otros muchos los que sí que pasan a verla con motivo de la festividad ya que es una oportunidad única porque la imagen permanece guardada en el convento durante todo el año.

De hecho siempre ha estado en el convento y nunca ha salido, pero las investigaciones de María de la Cruz López demuestran que hasta 1799 se celebraba una procesión con una imagen anterior a ésta ya que fue en este año, según el padre Ferri Chulo, cuando los canónigos oriolanos encargaron la imagen que actualmente guardan las hermanas. Sin embargo es la investigadora la que explica las características de esta procesión y cuenta que la comitiva partía de la Iglesia de San Juan y, después de la celebración de una eucaristía, volvía al convento.

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