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Orihuela

Papá, ¿qué es un síndico?

El Ayuntamiento institucionalizó en 1992 un cargo en favor de un prohombre al que honra

Papá, ¿qué es un síndico?

El martes, algunos concejales se fueron a la cama pensando si por una vez en el pleno que tenían a las 10 horas debían votar con el corazón o con la cabeza uno de los puntos: el nombramiento del Síndico Portador de la Gloriosa Enseña del Oriol, un pomposo nombre que responde al honor de llevar una de las banderas de guerra más antiguas de España (aunque la actual sea una réplica). Un privilegio, orgullo y reconocimiento que la ciudad realiza desde 1992, cuando el alcalde era Luis Fernando Cartagena y que se ha convertido en acto culmen de las celebraciones.

El aspirante a Síndico, Antonio Franco, fue elegido ese mismo año presidente de la Junta Central de Moros y Cristianos, cargo que cedió a finales de 2012 y después de dos décadas a Antonio Manuel García, quien, y en eso coinciden todos, tiene la difícil por no decir imposible labor de hacer olvidar a una persona que ha dejado su impronta en las Fiestas, lo cual le llevó a la política durante una legislatura de la mano de José Manuel Medina (de 2003 a 2007). «Fichar» como edil a alguien que aglutina a 2.300 comparsistas era, fue y es uno de esos aldabonazos que ha permitido al PP sentirse siempre la formación ganadora de Orihuela.

Y esos cuatro años en la política dejaron marcado a Antonio Franco por dos cosas. Una, porque al ser concejal tuvo el privilegio de portar el «Pájaro» -como se conoce a ese símbolo de batalla-; y dos, pero para su desgracia, su paso por la vida pública le acarreó dos procesos judiciales en los que está imputado. El más famoso es el Brugal; el otro, la reforma «troceada» del Ayuntamiento. Su imputación por las supuestas irregularidades en las basuras de Orihuela se conoce desde 2011, cuando INFORMACIÓN publicó su nombre y el de 40 personas más que están en su misma situación: políticos, asesores, empresarios... Muchos, como él, envueltos en este proceso por lo que terceros han dicho de ellos en grabaciones pinchadas por la Policía. Nada más. Tres años después la mayoría sigue igual, como él. Y además tiene pendiente el otro asunto, que parece menor porque algunas piezas ya se han archivado, y que investiga el supuesto fraccionamiento en varios contratos de la reforma del Consistorio para adjudicarlo a dedo.

Y esos ediles llegaron el miércoles a votar pensando en ese festero con mayúsculas que es Franco en el corazón, pero también y con la cabeza en que, además de estar doblemente imputado llegaba al acto por la puerta de atrás: como propuesta de una oposición sabedora que tenía la mayoría -14 votos de 25- para llevarse el gato al agua y sin buscar consenso. Y ahora ya da lo mismo de quién es eso culpa. Cualquier justificación, a favor o en contra de la propuesta, era igualmente válida, pero nadie se saltó el guión y todos votaron junto a sus siglas. Catorce a favor de que el mejor presidente que, probablemente, conocerá en su historia la Reconquista sea Síndico; y nueve en contra de que se le dé honor a un investigado por supuesta corrupción política. Y pasadas las 12 del mediodía se convertía en el Síndico número 23 de la Gloriosa Enseña del Oriol para los doce próximos meses, aunque sin lugar a dudas el privilegio que vivirá el día 17 de julio y que conoció de concejal: empuñar la bandera, pero ahora siendo el gran protagonista, es lo que más le satisface.

El edil Manuel Gallud (Los Verdes), uno de los pocos que tenía claro su voto desde hace días, dejó caer en el pleno una reflexión. Cómo es posible que alguien que ama las Fiestas y sabe como pocos lo que supone tener ese cargo se ha prestado a que su nombre pase a formar parte de la historia de la Reconquista con una etiqueta tan bochornosa como la de ser nombrado estando imputado. El PP, con seis de sus doce ediles investigados también por corrupción, y algunos en una situación muy parecida a la de Franco, argumentó un tanto a la ligera que es posible que éste esté ese 17 de julio ya libre del lastre. Y más de un político popular, y quizá en eso el subconsciente le jugó una mala pasada, estaba pensando más en sí mismo que en el Síndico.

Y uno siempre se preguntará si lo que ocurrió el miércoles no es realmente una mancha para el Ayuntamiento, no para el aspirante, quien a día de hoy no entiende lo que le está pasando, él que ha visto a todos los síndicos anteriores recibir felicitación tras felicitación.

Uno a uno los 25 concejales salieron del pleno después de votar, de forma nominal, como si hacerlo a mano alzada no fuese suficiente. Todos quedaron reflejados en una elección más, la sexta en 23 años, en la cual se elige como Síndico a alguien sin consenso -como Jaume Matas, Francisco Camps, Eduardo Zaplana, La Señera Valenciana, Eladio Aniorte y, desde el miércoles, Antonio Franco-, pero esta era la primera vez que se nombra a un imputado.

Y quizá la pregunta sea si lo que realmente aprobó el pleno de Orihuela el miércoles, y así lo viene haciendo desde 1992, no es más que un nombramiento para el divertimento -aunque todos los ediles se pongan traje de gala ese día- cuando tan poco interés han demostrado en colocar a alguien en el cargo más importante que nombran cada año -junto al Caballero Cubierto- para ganar otra batalla, la política, y llevándose por delante el prestigio del Síndico y, también, el de Antonio Franco.

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