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Un «bosque» de edificios en un «bosque» de palmeras

La calificación de BIC no ha sido freno para que dentro de los antiguos huertos haya proliferado el ladrillo... público

Un «bosque» de edificios en un «bosque» de palmeras

El experto critica, precisamente, el sinsentido de ver cómo durante las dos últimas décadas se ha producido una eclosión de los proyectos en pro del medio ambiente y defensa de la naturaleza al tiempo que el Palmeral Histórico ha ido de más a menos. De eso, este miembro activo de Los Verdes -formación que gobierna Orihuela- culpa a la generación de alcaldes del Partido Popular durante las dos últimas décadas porque es difícil entender cómo un Palmeral ha pervivido desde el siglo VII (aunque de ello no existe una certeza porque no hay estudio que permita aventurar si, incluso, su origen es anterior) hasta nuestros días para, prácticamente, encontrarse agonizante en cuestión de 30 años porque hasta ahora más parecía un coto privado que otra cosa donde vehículos, personas, clubes deportivos o edificios públicos (deportivos, escolares y de servicios sociales) convivían y conviven sin ningún orden concierto ni justificación y ocupando esas estructuras de huertos árabes, que antaño permitían que pervivieran y crecieran en armonía hasta tres tipos de cultivos a diferentes alturas al resguardo de las palmeras y que ahora son una invitación al despropósito si de lo que se quiere hablar es de un Bien de Interés Cultural en el que se ha dejado crecer el ladrillo, tanto el social, como el educativo o el deportivo, además de aparcamientos.

Anécdotas de cómo estaba el Palmeral hace tres años hay muchas. El biólogo recuerda cómo uno de los cinco pozos subterráneos que permite el riego era destino de cubas para cargar agua en dirección a piscinas y particulares porque de aquella caseta de bombas todo el mundo tenía llave o ese club de petanca que usaba sin autorización parte de los huertos, disfrutando de acceso a luz pública y utilizando casetas de aperos como resguardo de paelleras o material deportivo sin que existiera convenio o acuerdo, algo que, por desgracia, es muy habitual por estas tierras: adquirir un derecho por costumbre; o la casa propiedad del Ayuntamiento que se encontraron con una inquilina,...

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