Gregorio Canales es un almoradidense que se siente oriolano. Su amor por la huerta, la cultura y el patrimonio de esta ciudad, que considera el centro de la comarca y el origen de todas las localidades que la conforman, le han llevado a estudiarla a fondo para comprenderla mejor y darla a conocer a sus alumnos así como en las numerosas publicaciones que ha sacado a la luz. Su difusión de la ciudad, de sus manifestaciones artísticas, populares y religiosas como su Semana Santa, le hicieron merecedor del nombramiento por parte del Ayuntamiento como Caballero Cubierto, el cargo que abandera la procesión del Santo Entierro de Cristo que se celebrará mañana sábado a las 7 de la tarde desde el Consistorio.

¿Qué sintió cuando supo que se iba a convertir en Caballero Cubierto?

Me quedé de piedra, helado. Estaba una mañana en el despacho de la Cátedra en Santo Domingo elaborando un artículo sobre la importancia de la huerta en Orihuela y que se publicará a finales de junio, cuando recibí una llamada del alcalde Monserrate Guillén. Pensé que me llamaba para el acto de el nombramiento de Doctor Honoris Causa y la entrega de la Medalla de Oro al obispo emérito Victorio Oliver que celebramos el martes pasado pero me dijo que no era para eso y me lo contó. Lo primero que le dije fue que si estaba convencido de que yo podía representar esta figura y que verdaderamente merezco ese reconocimiento. Me dijo que nadie mejor que yo y si él lo dice, yo qué le iba a decir. Me sentí muy satisfecho, orgulloso porque cuando conoces la historia y la Semana Santa, una joya del patrimonio que ha sido copiada por el resto de poblaciones de la Vega, sabes la trascendencia que este cargo tiene. Fue una tremenda sorpresa porque nunca pensé que podía llegar a tener ese reconocimiento.

¿Qué significa para usted esta figura y su procesión?

Ya sabemos que la Semana Santa de Orihuela está declarada de Interés Turístico Internacional pero la procesión del Santo Entierro es única dentro del orbe católico y de lo que son las procesiones en España y en Latinoamérica. Este desfile procesional tiene tres grandes mensajes: el de la chistera que sería el refinamiento urbano concentrado en la ciudad desde que fue Villa con Alfonso X El Sabio hasta que fue ciudad con Alfonso el Magnánimo, el trabajo de la huerta que puede verse en «La Diablesa», que es la cruz de labradores que representa la huerta. El otro símbolo es la Cruz y justo como geógrafo, la tenemos en lo alto, en el punto geográfico más alto de nuestro territorio, la Cruz de la Muela. Estos tres símbolos reflejan lo que esta tierra ha sido históricamente porque es la ciudad con su poder político y eclesiástico, la huerta que es el poder económico por excelencia y el credo que es clave para entender este territorio y sobre todo la lucha de los oriolanos para independizarse de Murcia, tener su propia autoridad para poder unir la autoridad política y eclesiástica. Para mi este nombramiento es muy importante. Se dan un cúmulo de circunstancias como que se conmemora el 450 aniversario de la Diócesis.

También hay valores humanos.

Sí. Creo que están perfectamente reflejados los valores y etapas que hay en la vida como puede ser la figura de San Juan que es la auténtica amistad porque fue el discípulo amado de Jesús, la Soledad que es el amor infinito de una madre hacia sus hijos y el Cristo yacente que es el ideal de perfección de persona. Cada uno se puede quedar con la imaginería o con lo que representa pero para mí la procesión del Santo Entierro es patrimonio material e inmaterial con una simbología tan característica como que el Caballero Cubierto pase por la Catedral sin descubrirse.

¿Participaba antes de alguna forma en la Semana Santa?

Cuando se refundó la Hermandad de los Pilares de la Soledad el presidente, Tomás Sáez, me dijo que esta agrupación quería aglutinar a las personas con formación académica. Al representar a la Cátedra me vi forzado por deferencia a ellos a incorporarme a esa hermandad. Pero yo le dije a Sáez que apoyaba su propuesta pero no quería participar de forma activa porque al no ser de Orihuela no quiero destacar. Nunca he querido salir y ahora mira por donde voy a salir con la chistera, el frac y voy a ser Caballero Cubierto.

¿Cómo la disfruta este año?

Con ilusión y con un mayor conocimiento. Estoy participando en procesiones con las cofradías que me han invitado y esto me permite tener nuevas vivencias. Éstas son muy positivas porque cuando esté explicando el patrimonio oriolano a mis alumnos podré hablar con otra propiedad.

¿Qué es lo que más le gusta?

La procesiones que más me han gustado son las que pasan por el casco histórico, por calles estrechas ya que hay una complicidad con la gente. Además pasa por delante de muchos monumentos lo que consigue realzar el desfile. El cartel de este año lo refleja muy bien porque está el Cristo de las Mujeres y detrás la iglesia de Santiago.

¿Ha recibido consejos de los que le precedieron en el cargo?

Mi predecesor, Agustín García-Molina, me llamó enseguida tras enterarse de mi nombramiento para ofrecerme asesoramiento. Cuando juré en la Hermandad de los Caballeros todos ellos me ofrecieron su casa y consejos.

¿Cómo imagina su día como Caballero Cubierto?

Muchas veces me han preguntado qué voy a sentir cuando pase por la Catedral cubierto. No lo puedo saber porque no lo he vivido pero creo que voy a tener sensaciones contrarias. Porque estar en la Catedral vestido de gala me parece algo sublime pero al mismo tiempo pienso que no soy perfecto y que no lo merezco.

Otro momento esperado es su discurso entre los muros de la universidad histórica.

El discurso está meditado. Me quedaron once folios y lo recorté para no cansar a la gente pero si algún día lo publico quiero que salga íntegro. Lo que sí que pretendo es dar las gracias pero también explicar porque amo a Orihuela y mis propuestas para mejorarla. Mi cargo me viene por la Cátedra y tengo que hacer reflexión y aportar ideas. Si a la sociedad le gustan, es cuestión de ponerse a trabajar.Hay que unir, articular el territorio y convertir a Orihuela en una gran metrópoli. Aunque es una gran ciudad, eso es un calificativo pero la realidad es otra. Tenemos que empezar a caminar para conseguir esos objetivos y que represente lo que de verdad es: la capital histórica de la Vega. Los territorios cercanos no deben darle la espalda. Las fronteras son mentales pero hay que recuperar un afecto y solidaridad en la Vega.