Ahora, cuando la pieza está a punto de cumplir cien años, volverá a salir en procesión con la cofradía que lleva su nombre y de la Santa Mujer Verónica, encargada de financiar su restauración, con la colaboración de vecinos de la partida rural, un trabajo que ha estado a cargo del restaurador Santiago Rodríguez.
La talla que data de 1919 fue realizada por el escultor Manuel López Guillén y Soriano en Murcia. Se trata de una escultura de 1,20 metros de altura «lo que denota que fue encargada para formar parte de un oratorio particular», explica el artista. En tiempos de guerra la familia de Los Murcia quiso proteger la pieza de los saqueos y por eso procedió a partirla por la mitad y a esconderla. Una vez que concluyó la contienda bélica, la familia se la regaló a la parroquia y se le hizo un pequeño arreglo para unirla de nuevo. Allí ha permanecido hasta hoy.
La joven cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Santa Mujer, fundada en 2012 y con más de cien cofrades, ha hecho un esfuerzo para sacarla en procesión. En el mes de octubre puso la talla en manos del restaurador «porque se encontraba en muy mal estado», comentó el caballero custodio de la agrupación religiosa, Víctor Cerdá. Cuando ésta llegó la talla a manos del artista, comprobó que se trataba de una imagen tallada en madera de pino con pocos elementos, estructura de listones de madera y cubierta por una tela encolada. Su estado era deficiente ya que sufría daños de tipo estructural debido, sobre todo, a que había sido partida por la mitad para que no desapareciera durante la Guerra Civil. Así, la restauración se centró sobre todo en reforzar la estructura utilizando también el arreglo que se le había dado para poder poner la imagen al culto en la parroquia de San Bartolomé. Asimismo, el artista recuerda que también tuvo que reparar el corte que había sufrido la tela que cubre la estructura uniéndola con un tejido de poliéster. Entre los otros trabajos que llevó a cabo el restaurador de forma milimétrica porque «la talla tiene su valor», también se incluyó la consolidación y recuperación de pérdidas de policromía a través de un punteado para no crear los llamados «falsos históricos» y que en un futuro fuese reconocible que la pieza ha sido restaurada. Por otra parte, la talla tuvo que ser tratada con un producto químico ya que la peana había sufrido el ataque de las termitas. Además, el experto la pulverizó con un barniz de protección y tuvo que someterla a un proceso de limpieza mediante agentes químicos «porque las manos y pies habían adquirido un tono verdoso» a lo que añadió que en el caso de la mano izquierda también tuvo que recuperar los dedos que estaban cortados y cambiarlos de posición «porque estaban de forma incorrecta».
Años
Como se va a convertir en una de las imágenes titulares de la cofradía que saldrá por primera vez después de muchos años, tantos que Cerdá no alcanza a recordarlos, se ha preparado totalmente. El artista ha contado con la colaboración del también restaurador Ramón Cuenca quien ha creado una nueva cruz porque la tenía era «de poco valor» y una corona de espinas porque, según explica Rodríguez, «la que tenía no se adaptaba a la imagen». Por último sustituyó el anclaje de la cruz por uno de acero inoxidable para darle una mayor estabilidad a esta sujeción durante la procesión.
La imagen fue entregada a la cofradía el 20 de marzo y fue bendecida dos días después en su sede. Ahora permanece en la parroquia de San Bartolomé hasta que, después de muchos años, vuelva a salir a las calles de la pedanía esta tarde gracias también a la colaboración de la familia de Los Sala, que ha cedido el trono sobre el que se posará la imagen.
