El alcalde de Pilar de la Horadada, José Fidel Ros (PP), autorizó hace unos días el pago de 64.000 euros a una empresa para que acabara con parte de un edificio símbolo de la opulencia y el exceso en un municipio que hace 13 años, quizá por la cercanía con Torrevieja, diseñó un monstruoso auditorio de 2,4 millones de euros, con aparcamiento subterráneo, que iba coronado con un ave, una paloma de 30 metros de altura que nunca llegó a tener tal forma. A pesar de ello, uno pregunta en Pilar de la Horadada y todos saben que de lo que se está hablando es «La Paloma» y eso que los enormes hierros que durante dos largos lustros han saludado a las miles y miles de personas que pasaban por la carretera nacional se asemejaban más a un trampolín a una torre de incendios.

«La Paloma», o lo que se había colocado de ella (los trabajos estaban paralizados desde 2006 y sólo estaba construido el cuello y parte de la supuesta cabeza con un tamaño y dimensiones descomunales y para entenderlo sólo hace falta decir que los obreros han trabajado a más de 30 metros de altura), se ha reducido a chatarra en cuestión de cuatro días y ente el pasado viernes y ayer se completaron los trabajos de retirada en camiones con destino a una chatarrería que la ha comprado a peso. El Ayuntamiento no ha dicho por cuánto.

En cualquier caso, ya es historia y el alcalde, el día que firmó el pago de esos 64.000 euros -que se suman a la inversión que hizo el Ayuntamiento para su construcción hace más de una década- supo que se había ganado un pasaporte de tranquilidad para lo que restaba de legislatura porque la obra se concibió por el PSOE, por Ignacio Ramos y el hecho de que fuese Pepa Meroño, posteriormente tránsfuga y la persona que a él le ha hecho alcalde en esta legislatura, ha pasado a un segundo plano. Él, en cualquier caso, es el alcalde que ha puesto fin a tamaño despilfarro, aunque para ello se haya tenido que gastar 64.000 euros más.

Ros se ha paseado estos días por las obras, casi siempre a petición de los periodistas, a los que ha repetido, como un latiguillo, que esto «nos avergüenza» y dice que ahora, con la estructura que queda, «no sabe qué hacer» porque no tiene mucho sentido hacer nada allí, la inversión mínima se prevé en 1,2 millones y sabe que, cada día que pase, cualquier pilareño que pase por la zona recordará qué es lo que se hizo y por quién. A falta de 15 meses para las elecciones, los restos son una pancarta a favor de su partido.

Dimisión de arquitectos

El proyecto se paró en 2006 porque se dieron cuenta que era imposible asumir con 2,4 millones el proyecto y que, de hecho, los sobrecostes se disparaban hasta los 12 millones de euros; es decir, cinco veces más. Los técnicos municipales, además, dudaban de que esas 150 toneladas de hierros colocados formando una extravagante figura -porque está a medias- supusieran un peso a soportar porque era una obra inacabada. Los dos arquitectos que firmaron el proyecto dimitieron y el tercero propuso meter en el proyecto otros ocho millones para concluir el auditorio. Se abrieron diligencias judiciales, el entonces alcalde declaró como imputado y el asunto se cerró. No hay culpables de tamaño desaguisado que los ciudadanos, con sus impuestos, sufragarán. Como siempre han hecho y seguirán haciendo.