La Navidad es uno de los momentos más importantes para el comercio local. Estas fechas siempre logran atraer a los clientes ya que estos días la lista de la compra es muy grande llena de productos de alimentación y regalos. Para no dejar pasar la oportunidad, los establecimientos preparan numerosas campañas comerciales porque las ventas durante el periodo navideño les pueden dar un momento de respiro a un año de reducidas ventas por la crisis económica. Entre esos comercios hay uno que necesita que se acuerden de él. Su promoción nunca puede alcanzar la de un establecimiento común pero este año lo va a intentar porque quiere alcanzar un objetivo: que la Navidad sea justa para todos.

En pleno casco histórico, concretamente en la calle Mayor, se encuentra el Comercio Justo. Un establecimiento que regentan un grupo de una treintena de voluntarios con el objetivo de que los agricultores y principales productores de los países subdesarrollados cobren un salario digno por su trabajo ya que la mayor parte del dinero que suele costar un artículo se lo llevan los intermediarios. Esta iniciativa que surgió hace alrededor de ocho años ha logrado recientemente que Orihuela sea declarada Ciudad por el Comercio Justo, la primera localidad de la Comunidad Valenciana en conseguirlo y la décima en España. Sin embargo, para estos voluntarios el objetivo no se centra solo en obtener esta denominación sino en lograr que los ciudadanos tengan entre su lista de tiendas en las que hacer sus compras, la suya, la del Comercio Justo porque «no solo hay gente que lo está pasando mal en España y donde la ayuda no llega tan fácilmente: en los países del tercer mundo muere mucha gente por hambre y la desnutrición infantil está muy extendida», explica el responsable de la tienda, Andrés Javaloy.

Cestas

Para lograr que los ciudadanos también hagan sus compras en el Comercio Justo, los voluntarios han puesto en marcha una campaña comercial con la preparación de cestas de Navidad para regalar a amigos y familiares e incluso a los trabajadores de cualquier empresa. En ellas introducen productos de distinta procedencia y de cualquier tipo porque ellos venden artículos de todo tipo ya sean alimentos o artesanías, bisutería o cosmética. Javaloy indica que tienen café de Sudamérica y África o pendientes de la India y aclara que todo es «de la máxima calidad». El responsable del Comercio Justo hace esta aclaración porque muchos ciudadanos piensan que la diferencia de coste entre un producto en un supermercado común y en la tienda solidaria es muy grande «pero no es así». En este sentido, especifica que «la diferencia en muchos casos son veinte o treinta céntimos mientras que la calidad no tiene nada que ver». Así pone de ejemplo un café de Etiopía, «considerado el mejor del mundo», y explica que este café es uno de los más caros de su tienda (algo más de cuatro euros) pero que una compañía multinacional «lo compraba a 1,24 euros y lo comercializaba a 24 euros». De esta forma, Javaloy quiso aclarar que en muchas ocasiones incluso el producto es más caro en otros establecimientos aunque en el caso concreto que comenta, la empresa «está comprando ahora ese café a través del Comercio Justo».

Además del café, la tienda oriolana ofrece bombones rellenos de chocolate de Costa Marfil, Té negro de Ceylán o Panela de Ecuador (un alimento cuyo único ingrediente es el jugo de la caña de azúcar que es secado antes de pasar por el proceso de purificación que lo convierte en azúcar moreno), «productos que pueden venir muy bien para estas navidades». Los voluntarios son los encargados de promocionarlos con el reparto de folletos por las parroquias e incluso en la propia tienda. Ellos también se encargan de preparar las cestas y de atender a todos los clientes sin recibir nada a cambio «solo por el mero hecho de ayudar a los que lo necesitan». Pero tal y como aclara Javaloy «es un pequeño esfuerzo porque como somos tantos solo nos toca dos o tres horas al día cada quince días».