Los teléfonos comenzaron a echar humo el domingo. Esa tarde iba a firmarse la moción de censura. La portavoz, Mónica Lorente; la presidenta, Pepa Ferrando; o el secretario, Dámaso Alonso, encabezaban ese selecto grupo del PP de Orihuela que tenían que prepararlo todo. La presidenta local llevaba semanas consultando a los abogados de la Diputación sobre cómo llevar a cabo el proceso y eso es algo que tenía que conocer la dirección del partido porque se trata de un servicio reglado. Al final hubo acuerdo en una cosa. «Hoy mejor que mañana (era domingo) y con un notario de Lorca». Según el relato de los hechos que ha conseguido reconstruir este periódico, el plan pasaba por dejarlo todo cerrado ese día y presentarla el lunes en el Ayuntamiento y a la dirección provincial y regional del PP. Dos golpes de efecto. Cuando se dieron cuenta que un fedatario de otra comunidad ya buscado no iba a tener jurisdicción, el plan se echó por tierra. «Será el lunes pensaron y con uno de aquí».

A la mayoría de concejales la llamada de Ferrando les pilló con el último bocado de la cena, viendo alguna película, bostezando y pensando en las vacaciones o a punto de ponerse el pijama. Pero la clave era Rodríguez Barberá, concejal, miembro de la ejecutiva provincial y «enemigo» de Ferrando a la presidencia local en diciembre. Precisamente el aviso de este a la dirección provincial fue la que alertó de lo que se estaba cociendo porque llamó para saber si estaba autorizada. La respuesta fue «no» y a partir de ese momento José Ciscar, José Juan Zaplana o Eva Ortiz comenzaron a correr como pollos sin cabeza. Nadie les cogió los teléfonos. El diario ha constatado que, al menos, llamaron a tres personas: Ferrando, Lorente y el expresidente provincial de Nuevas Generaciones, David Costa. Ciscar, entonces, entendió que sólo Barberá podía ser su interlocutor y lo envió un mensaje. El mismo que al resto para que lo leyera.

Cada uno de los ediles los doce tiene un número de teléfono que facilitaron el partido. Sólo uno de ellos aseguraría el lunes que no le había llegado lo cual era cierto pero porque había dado otro distinto, también personal. Ferrando no ha querido desde que comenzó este asunto a pararse a dar explicaciones sobre lo qué hizo porque, asegura, eso no es lo importante. Según dijo a los periodistas Rodríguez Barberá, él esa noche le advirtió de la conversación con el partido. La respuesta fue escueta: «Primero firmamos y después llamamos».

Rodríguez Barberá y Mónica Lorente se encontraron camino de la notaría el lunes y a ellos se sumó Araceli Vilella. El hecho de que la portavoz entrara unos minutos tarde y con las dos personas más difíciles de convencer hizo pensar que todos los votos estaban en el saco. Durante el domingo y el lunes, Pepa Ferrando intentó que Asun Mayoral acudiera a la firma al mismo tiempo que los concejales del PP. Argumentó que era un requisito, pero no la convenció. En una sala de la notaría les aguardaban siete concejales porque otros dos se retrasaron. Uno era Cutillas. En la habitación de firma de la notaría se encontraba Bob Houliston, quien se marchó a petición de Barberá para que sólo los concejales del grupo popular estuvieran presentes y lo escucharan.

El que ahora es conocido como el concejal díscolo, el disidente o el oficialista, había recibido el mismo lunes por la mañana una segunda llamada del presidente provincial. Rodríguez Barberá no ha querido referirse al contenido de ambas, pero leyó el SMS a pesar de que todos los ediles tenía copia de él en sus móviles. Después hubo un tenso cruce de declaraciones. Algunos le reprocharon el papel que estaba jugando y otros se negaron directamente a acatar las órdenes. Lorente no abrió la boca. Ferrando sí y llevó la voz cantante, pero sin éxito. Y llegó la hora de la firma.

El notario entró y leyó un documento que encabezaba la frase: «Moción de censura» y comenzó a llamar a los concejales por el orden que ocuparon en la lista electoral; es decir, encabezados por Mónica Lorente o, lo que es lo mismo, por la que iba a ser candidata. Y todos fueron firmando tras ella: Víctor Bernabeu, Mariola Rocamora, David Costa, Pepa Ferrando, Dámaso Aparicio, Encarna Ortuño, José Manuel Cutillas... hasta llegar a Antonio Rodríguez Barberá. Éste se negó y el notario siguió: Roberto López, Araceli Vilella y José Antonio Aniorte.

Rodríguez Barberá abandonó el despacho. Eran casi las 10.30 horas. Después lo hicieron los concejales y sólo la presidenta local se acercó a la Prensa que esperaba: «Sí sí, tenemos la autorización del partido y nuestra candidata es la portavoz Lorente. A lo largo del día Rodríguez Barberá y Mayoral firmarán». Horas más tarde, según Ciscar, esta le negó que hubiera dicho esas palabras a la prensa.

A día de hoy Lorente sigue callada y sonríe. El documento sigue sobre la mesa de la notaria a falta de dos firmas. Ni uno solo de los concejales que la rubricaron se ha quejado, ni en público ni en privado, de haber recibido presiones para ir. Ayer hubo reunión de grupo en la sede del PP y nadie sabía por qué no se había citado a Rodríguez Barberá. Algunos directamente aseguran que no se volverán a sentar con él.