­Más de mil personas el viernes y más de dos mil el sábado disfrutaron en San Fulgencio del Rock Arena, un festival que reunió a 17 bandas. A falta de datos definitivos de asistencia y repercusión, a nivel artístico Borja Alonso, edil de Turismo, ha quedado muy satisfecho del acontecimiento, aunque cabe recordar que el Ayuntamiento colaboraba siendo la organización promovida por el restaurante «Dos más».

Hamlet justificaron el viernes ser cabeza de cartel con un show en el que el vocalista J.Molly se vació bajando a cantar varias canciones con los seguidores produciendo varios remolinos humanos de adrenalina. El sábado uno de los puntos álgidos llegó con la contundencia de Vita Imana, a los que siguieron Skunk DF y otra de las grandes estrellas del fin de semana, Obús, que aderezaron con ornamentos pirotécnicos y alguna que otra acrobacia su perfecta maquinaria musical, en plena forma desde 1981.

Son muchos los establecimientos cercanos al recinto del evento, con lo cual no es sencillo establecer el nivel de satisfacción de este sector, pero hubo un gremio que hizo el agosto, que fue el de los taxistas, que obtuvieron una de las mejores cajas probablemente del año.

Además, por primera vez se habilitó una zona de acampada, parcela que suele ser el talón de aquiles de otros festivales en los que pasar la noche es un suplicio por falta de sombra y comodidades. En San Fulgencio hubo suficiente arbolado e incluso aseos y duchas de obra en lugar de los socorridos aseos portátiles. La zona se limitó a 200 tiendas de campaña para que no hubiera estrecheces, un cupo que se agotó días antes de los conciertos para acoger fundamentalmente a público de fuera de la comarca. Numerosos seguidores compraron camisetas tanto de este año como de la edición anterior del festival, en parte como guiño a la organización, ya que no es sencillo reunir en tan pocas horas a nombres tan importantes de la escena nacional, y muchas de estas iniciativas, incluso en ciudades más grandes, no pueden perpetuarse.