Las Mantillas, Los Armaos, la Guardia Pretoriana, nazarenos de todos los colores, policías abriendo la procesión, la Convocatoria, costaleros, alumbrantes... No faltaba nadie. Estaba el obispo, el alcalde, el Caballero Cubierto, estaban hasta personajes tan curiosos de Orihuela como "La Carrisa" o "El Pitoto". Solo que estaban en miniatura, con sus trajes hechos con materiales de lo más artesanales y caseros pero asombrosamente conseguidos. Por la mañana fue el Colegio Diocesano de Santo Domingo el que celebró una procesión interna con 250 alumnos de Infantil (de tres a cinco años) por los claustros del Convento y de la Universidad, con un tramo por el exterior desfilando orgullosos ante sus padres para de nuevo volver a entrar por la iglesia. Por la tarde llegó el turno del Oratorio Festivo de San Miguel, que desplegó todo el colorido de La Resurrección, representó el Domingo de Ramos, llevó a hombros al Cristo Yacente y a La Diablesa del Sábado Santo.

Entre unos y otros, profesores y alumnos hicieron gala de su imaginación y habilidad para representar a Nuestro Padre Jesús o la Virgen de La Soledad, y de su paciencia y saber estar para mantener la solemnidad de una procesión siendo el centro de atención y de todos los aplausos. Los pequeños de Santo Domingo incluso se disfrazaron de músicos de la Banda de Cornetas y Tambores, pero la música era además muy real. En el caso del Colegio Diocesano alumnos más mayores que pertenecen a distintas agrupaciones musicales acompañaron y participó un grupo de saetas. En el caso del Oratorio, también los Cantores de la Pasión se involucraron. A juzgar por el espectáculo, la implicación de las próximas generaciones en la Semana Santa está más que garantizada.