Volvió el pescado azul para su consumo en fresco y la abundancia fue la tónica imperante en la lonja pesquera de Torrevieja donde la flota de cerco desembarcó en la mañana de ayer más de noventa y tres mil kilos de pescado azul, después de haber permanecido los barcos amarrados a puerto desde el pasado 15 de diciembre, cumpliendo el paro biológico establecido por la administración.

El montante económico total de las capturas logradas en esta primera jornada de faena de los pesqueros, tras la veda, ascendió en primera venta en la Lonja a 43.000 euros, pues la mayor parte de ellas fueron de la variedad alacha y de pequeño tamaño -unas siete mil quinientas cajas-, mientras de sardinas se lograron trescientas cajas.

Pese a la abundancia de alacha, el hecho de ser una variedad de pequeño tamaño cotizó a una media de cuatro euros caja (el contenido es de doce kilos). Este pescado se utiliza primordialmente en la industria conservera, aunque también se exporta a Portugal para su consumo en fresco. Cuando la alacha es de mayor tamaño se destina a cebo para la pesca del palangre o a alimento para los atunes de las criaderos en granjas con jaulas instaladas en aguas del cercano litoral de Murcia.

Respecto a las capturas de sardina, las trecientas cajas se pagaron a quince euros cada una, pero las perspectivas de los caladeros situados en aguas torrevejenses son buenas de cara a los próximos días, siempre que las condiciones meteorológicas no sean adversas, según fuentes del sector.

Abundancia

Esa abundancia motivó ayer que una buena parte de las flotas de Almería, Murcia y Alicante se desplazaran a ellos para faenar y desembarcaran sus capturas en la Lonja de Torrevieja por su situación estratégica.

Algunos pescadores manifestaban ayer en la Lonja lo que calificaron como "una sinrazón". Se referían a un hecho que se da con cierta frecuencia en el mar: Echan sus redes a un banco de sardinas o alachas y logran miles de kilos de estas especies y, entre ellas, algunos pocos ejemplares pequeños (conocidos como "pezqueñines), lo que está prohibido por la legislación.

Este pescado, muchas veces queda en el fondo de las redes y se captura ya muerto pero debe de tirarse al mar. No puede comercializarse ni tan siquiera ser donado a alguna institución benéfica, pues la tolerancia de la administración en estos casos es nula. Los propios pescadores están concienciados de que ir exclusivamente a capturar especies prohibidas es un delito o hacerlo en las reservas marinas, pero dicen no comprender que cuando accidentalmente se produce una de esas capturas deba devolverse al agua máxime cuando el pescado ya está sin vida.