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Varias de las cantinas de los institutos de la comarca han cambiado de manos. Los negocios, regentados normalmente por particulares de la Vega Baja, han pasado a manos de empresas a través de un proceso de adjudicación que muchos de los afectados consideran que no ha sido del todo "transparente". Se quejan de que no han podido acceder a las propuestas presentadas por unos competidores que, en varios casos, se han hecho con el servicio tras sacar la máxima puntuación en baremos como el de "mejoras" o "equipamiento". Un concurso al que llegaron a presentarse mercantiles como una constructora- inmobiliaria y en el que la comunidad educativa de cada centro no ha tenido ni voz ni voto. Esto son tres historias.

IES de Cox

Pilar F. ha atendido la cantina del IES de Cox desde que se inauguró hace ocho años. Es un trabajo al que considera que hay que dedicar "mucho esfuerzo y cariño", para tener a las 7 de la mañana el pan recién hecho y acabar preparando la bollería a última hora de la noche. Su sueldo rondaba los mil euros al mes y su orgullo era ofrecer "productos de primera calidad, una alimentación sana, comida recien hecha y precios muy económicos". Con Pilar en el paro, la cantina la regenta ahora la mercantil Comercial Hostelera Castelmar, que aunque ofreció un canon anual que superaba al suyo en sólo 170 euros, obtuvo la máxima puntuación en el baremo de "equipamiento"; en concreto, un 10, mientras que en "mejoras" fue puntuada con un 7,25.

Acabado el concurso "pedimos que nos enseñaran la información presentada por la empresa ganadora pero no nos la mostraron. Si nos fijamos en las adjudicaciones de toda la provincia, hay concursantes que siempre obtienen la puntuación máxima en determinados aspectos". Se refiere a mejoras como las presentadas por la empresa "Litra Land Uni SL" en centros como el de Cox, Crevillent, Dénia, Dolores o Elche.

Aunque no en todos los casos ha conseguido las adjudicaciones, los regentes de las cantinas de "toda la vida" critican que la actividad de esa empresa ha estado siempre ligada a la construcción y la promoción inmobiliaria y alegan que ante mercantiles tan grandes no pueden competir.

IES de Benejúzar

Una crítica, la de las empresas que no tienen nada que ver con la hostelería, que también ha señalado Maxi, otro de los afectado por el proceso en Benejúzar. Éste ha definido la adjudicación de las concesiones como un "proceso tedioso, larguísimo y que no mira por los alumnos, sino por el bolsillo de la Generalitat, que intenta conseguir mejoras en las infraestructuras de las cantinas". Maxi asegura que tampoco ha podido ver la oferta de Francisco Gómez Galiana, quien ha obtenido otro 10 en equipamiento.

"Es vergonzoso que se presenten empresas que en realidad son constructoras y en la oferta incluyan cosas como cambiar la instalación eléctrica o el aire acondicionado del establecimiento" para obtener puntos en el baremo de "mejoras", expresa. En su caso, son cuatro miembros de su familia los que regentan un restaurante y entre ellos se turnaban para atender la cantina. El proceso de adjudicación, que se abrió la pasada primavera y se tuvo que volver a repetir por un defecto de forma, se inició de nuevo en junio. A día de hoy, asegura Maxi, la cantina sigue cerrada y alumnos y profesores carecen de este servicio porque la nueva concesionaria todavía no lo ha puesto en marcha.

IES Antonio Sequeros de Almoradí

La afectada en este centro ha sido Rosario Rabasco, una señora de 53 años que empezó a regentar la cantina con su madre hace 19 años. "Yo no sé las mejoras que ha ofrecido la empresa que se lo ha quedado, porque eso no te lo dicen", resume Rosario.

Aunque el canon anual que ella ofreció por quedarsela, de 1.200 euros anuales, superó en 200 al presentado por la empresa se lo adjudicó, ésta también acabó ganando el concurso por ofrecer mejoras en instalaciones que le hicieron obtener la puntuación máxima.

"Tengo muchos amigos en el centro que me dicen que dichas mejoras no se han llevado a cabo. Me dan ánimos porque saben que estoy mal y me dicen que yo preparaba la comida al gusto de cada uno. Ahora la compañera de la cantina del otro instituto de Almoradí me ha contratado dos horas al día, pero no me llega ni para la hipoteca", se lamenta.

Los excantineros reivindican así su derecho a saber qué han ofrecido las grandes empresas para hacerse con las adjudicaciones y que se investigue si dichas mejoras se han cometido.