El mercadillo El Olivo de Catral, que se celebra todos los martes y domingos desde que fue inaugurado, el pasado mes de noviembre, se ha convertido en todo un referente de compra-venta de objetos de segunda mano. Sus aproximadamente 150 puestos son recorridos en cada jornada por casi 3.000 personas. La oferta es tan variada e impensable que se puede encontrar todo lo imaginable a unos precios casi irrisorios. Los mercaderes, a los cuáles se les "exige" todo tipo e documentación para poder instalarse, son de origen diverso. Desde españoles a magrebíes pasando por gitanos o ciudadanos del centro de Europa.

Entre los visitantes destacan sobre todo los de origen magrebí, el 40 %, según explica desde la dirección del mercadillo, en proceso de legalización. El resto, españoles o residentes europeos de urbanizaciones de la Vega Baja. La causa de la gran presencia de ciudadanos magrebíes se debe a que en el mercadillo pueden encontrar todo tipo de enseres "a muy buenos precios", una mercancía que después trasladan hasta sus países de origen. Desde aparatos domésticos de todo tipo hasta, teléfonos móviles, bicicletas, ropa o calzado entre otros.

Los nacionales suelen ir en busca de otras mercancías, como libros antiguos, piezas etnológicas, monedas, muebles antiguos, objetos de decoración o algún tipo de pieza que es casi imposible conseguirla en otro lugar. Y todo ello con posibilidad de regatear su precio. Este mercadillo "cosmopolita" ofrece además desde una silla de ruedas hasta una bañera o una puerta y dispone de zonas hosteleras donde se puede tomar un desayuno inglés, tapas españolas, comida árabe o alemana. Pero sobre todo lo que más huella deja al visitante es el olor que despide el té con hierbabuena.