Salir de copas una noche de verano por el litoral de la Vega y ver cuánto ha cambiado el panorama en menos de una década. La mítica zona de bares ubicada en pleno centro de Torrevieja agoniza año tras año por el desinterés de los más jóvenes mientras varias de las grandes discotecas que en su día fueron un reclamo para atraer a gentes de todo el país han dejado de operar en el municipio. La comarca que hasta hace poco recibía en verano a miles y miles de jóvenes seducidos por los encantos de su oferta nocturna, se reinventa ahora con la aparición de nuevas zonas de marcha. Pero los efectos de la crisis también afectan al bolsillo de los más jóvenes y el "botellón" se convierte en algo imprescindible para gastar en una juerga la misma cantidad de dinero que cuando reinaban las pesetas.

Beber en la calle

Poco después de las once de la noche, centenares de jóvenes se dan cita en los alrededores de las zonas de bares y discotecas para comenzar la velada sirviéndose ellos mismos las primeras copas. El polígono de Santa Ana en Guardamar o el de Casagrande en Torrevieja se convierten en auténticos "botellódromos" de gente joven que, provistos en muchos casos de silletas y neveras playeras, y a ritmo de los muchos decibelios que suenan desde los equipos de audio de sus coches, comienzan el ritual obligatorio que precede a una larga noche de fiesta. El "botellón" se convierte así en la herramienta que garantiza noches de desenfreno a precios reducidos.

Hasta hace menos de diez años también era común que grupos de gente joven se reunieran en casas particulares o en la propia calle para beber unas copas antes de acudir a las parroquias de horario nocturno, pero la oferta de bares de una de las zonas con más solera de Torrevieja, la ubicada en los alrededores de las calles Zoa o Apolo, suponía el punto de partida para los que llegaban a este municipio en busca de "la movida" torrevejense. Entonces, los precios de las consumiciones eran bastante más asequibles y las barras de estos locales registraban un continuo vaivén de copas de hasta un litro de capacidad a precios que nunca superaban las mil pesetas. Un área que el Ayuntamiento de la localidad reservaba a este ocio nocturno cerrándola incluso al tráfico ante la ingente cantidad de jóvenes que se concentraban día si y día también, en busca de diversión. Pero la presión vecinal y la apuesta por regenerar dichos espacios acabaron enterrando la zona que precedía a la fiesta en los distintos locales.

Hoy, esta zona de pubs de Torrevieja continúa abierta, pero la escasa afluencia de visitantes, que se decantan por otras opciones, ha acabado con discotecas que fueron todo un referente en el panorama del ocio nocturno, como las populares Pacha o KKO. Así, han surgido otras zonas de ocio, como la situada en la nueva zona portuaria de Torrevieja, donde el precio de las copas oscila entre los cinco y los ocho euros, o la emplazada cerca del polígono que reune las grandes superficies comerciales de la ciudad. Asimismo, antiguas discotecas de renombre han vuelto a abrir sus puertas al amparo de otros rótulos luminosos, y funcionan, pero es un hecho que hoy por hoy la localidad de Guardamar es la que concentra la mayor afluencia de jóvenes que buscan la marcha de la Vega.

La apertura de nuevos locales en el polígono de Santa Ana ha sido la clave que ha relanzado la oferta nocturna de esta localidad, un área donde se concentran varias discotecas y donde los "botellones" se suceden sin ningún tipo de presión policial.

De igual modo, en la zona costera de Orihuela han proliferado otros locales que apuestan por una clientela con mayor poder adquisitivo y menos aglomeraciones. Alternativas que buscan redefinir lo que un día fueron las célebres noches de verano de esta comarca.

Los hosteleros se quejan por las pérdidas del "botellón"

Los empresarios de negocios de ocio nocturno de la comarca lo tienen bastante claro: la ausencia de suficientes controles policiales en los alrededores de las zonas de marcha provoca que la práctica del "botellón" esté cada vez más extendida y, en consecuencia, los clientes consuman alcohol cada vez con más frecuencia frente a las fachadas de sus propios locales. Uno de los gerentes de una discoteca emplazada en el polígono Santa Ana de Guardamar, cuenta que los controles policiales en esta zona son frecuentes durante los fines de semana, pero asegura que los agentes sólo vigilan que no haya altercados durante las horas de fiesta y que los jóvenes no se pongan al volante con copas de más. Continúa que, según su experiencia, las sanciones por beber en la calle suelen brillar por su ausencia en esta zona. En parte, achaca esta permisividad al hecho de que las discotecas se encuentran en un polígono industrial donde no habitan vecinos a los que molestar.

Otra de las zonas más frecuentadas para beber al aire libre en verano es la ubicada cerca del puerto de Torrevieja, justo detrás de la feria de atracciones, junto a la zona de discotecas ubicada en la parte alta de la ciudad. Los precios de las copas, que rondan los cinco euros, y la imposibilidad de fumar en el interior de los locales, parecen ser los motivos que aducen los más jóvenes para justificar el "botellón". m.a.r.