Los agricultores de La Mata y Guardamar del Segura están hartos de no poder preservar sus tradicionales cultivos de vid junto al parque natural. La Generalitat Valenciana no ha tenido a bien cursar este año sus peticiones para luchar contra las plagas de conejo, liebre, perdices y estorninos que esquilman sus campos y que en algunos rincones han acabado con el 75% de la cosecha prevista para este año de uva meseguera y, la más tardía, de moscatel.

Los estorninos van por la uva - "la arañan y la pican"-, concretaba ayer el portavoz de la Asociación de Agricultores, Simón Pérez, y el conejo y la liebre acaba con el resto, desde las hojas de parra hasta la savia y la madera, dejando las cepas secas. Los agricultores, prudentes y obedientes ante las directrices de la administración medioambiental -y que pierden su tiempo libre en el centro de interpretación en cursos para aprender a hacer el trabajo que han hecho durante generaciones- se plantaron ayer por la mañana, acompañados de un nutrido grupo de familiares, para decir basta frente a la sede del Parque Natural de Las Salinas de Torrevieja y La Mata. Era la primera vez que los materos protestaban de esta forma y por ello la directora del parque natural en funciones, Conchita Torres, intentó sin éxito persuadirlos para que no se difundiera el conflicto públicamente.

Pérez recordó que la Generalitat ha permitido siempre luchar contra la plaga de conejos tras la solicitud previa de los agricultores. Este año esta plaga es especialmente virulenta en toda la comarca ante las escasez de vegetación por las mínimas precipitaciones que se han registrado en la en primavera y una población de conejos muy elevada. La Conselleria alega ahora para disculparse que ha extraviado la petición.

Rapidez sobrevenida

Por otra parte, Medio Ambiente se apresuró a responder a la solicitud realizada hace tres meses para luchar contra los estorninos -"los tordos"-en la víspera de la protesta y así dar autorización para tirar contra las bandadas, otra de las plagas que afectan al parque, hasta mediados de septiembre. Todo bajo unas rigurosas condiciones de control y con la obligación de presentar un recuento de los pájaros abatidos. Los materos sonreían ayer de impotencia al comprobar la diligencia de la burocracia cuando hay amenaza de protesta.

"El lunes viendo la movida de la concentración mandan un permiso que solicitamos el 24 de mayo, cuando mucho del daño ya está hecho. Ahora pedimos que se haga también con los conejos y las liebres. Pedimos ayudas por las pérdidas en 2009, de casi del 50%, y ni respuesta", explicaban. "Las viñas estaban antes que el parque natural, que está muy bonico para pasear. Pero la Generalitat podría invertir algo en las viñas, por ejemplo vallarlas", aclaraba Pérez.

Intrusos

También aludían ayer a otro tipo de intrusos que también esquilma la producción de uva y contra los que no hay escopeta que valga. Suele acudir a los bancales con gafas de sol, chanclas y calcetines hasta la rodilla durante todo el día, incluso cuando el sol está en lo más alto y creen que el fruto de la vid es parte de la oferta turística gratuita de Torrevieja y su playas. Pero lo que hacen estos visitantes del parque natural es robar el trabajo de unos agricultores que llevan más de doscientos años produciendo una de los vinos más singulares de España y una uva en la que han comenzado a fijarse viticultores de prestigio.

Indignación por la rigurosas limitaciones en el uso del suelo

Los materos y guardamarencos, con propiedades junto al parque natural, expresan siempre una indignación contenida porque durante las últimas tres décadas no han podido beneficiarse del "boom" inmobiliario que ha hecho ricos aquí a empresarios de otros lares. Buena parte de las 80 hectáreas de vid están dentro del parque natural y quienes las cultivan no son sus propietarios, son los llamados colonos. Las tienen arrendadas a Patrimonio del Estado por un canon casi simbólico. Pero cientos de hectáreas situadas fuera del límite del parque, entre la valla y la carretera N-332, cultivadas o no, sí tienen propietarios que tienen prohibida cualquier actividad que no sea la agrícola y que se cuestionan esas rigurosas limitaciones -las que afectan a las zonas aledañas al parque no las del espacio natural, matizan- porque "todo son obligaciones sin poder disponer de lo que es nuestro. No vamos a dejar nada a nuestros hijos. Sólo deudas", aclaran. Desde que en 1986 se declarara la protección del parque estos pequeños propietarios han visto cómo los promotores de urbanizaciones como El Raso "se saltaban a la torera" la legislación y construían miles de casas a escasos metros de las lagunas. "Nuestras propiedades, de Guardamar del Segura a La Mata, están perdidas", sentencian.