Vivir en un pequeño palacete a menos de un metro de la costa de Guardamar y ver cómo el mar se está tragando los cimientos de sus casas sin poder hacer nada para impedirlo. Ésta es la contradicción en la que viven los vecinos que habitan las viviendas ubicadas en primerísima línea de la playa de Babilonia. Los afectados exigen soluciones que no llegan y mientras capean el temporal.

En la acera que separa los porches de sus viviendas de la arena han aparecido ya varios socavones, han sufrido accidentes al menos dos personas y sólo una endeble barrera de plástico advierte del peligro a los transeúntes.

Los residentes de esta zona de la localidad insisten en que el problema de que el mar avance y el oleaje golpee los cimientos de sus casas, poniendo en peligro las edificaciones, no tiene nada que ver con la cercanía de estas a la línea marítima. Aunque la actual Ley de Costas no permitiría este tipo de construcciones, las ya existentes gozan de legalidad gracias a una concesión administrativa hasta 2018, cuando deben marcharse.

Los propietarios apuntan que la construcción hace unos veinte años de un espigón para desarrollar el puerto deportivo es la principal causa de su incesante quebradero de cabeza. Desde la comunidad de vecinos aseguran que para acometer la construcción de dicho espigón nunca se realizaron los pertinentes estudios de impacto medioambiental, pues según dicen, han solicitado en numerosas ocasiones al Ayuntamiento que les muestre dicho informe, y hasta el momento nadie lo ha visto.

Por ello piden que si, como sospechan, ese estudio nunca se hizo, se encargue uno ahora para determinar por qué la costa guardamarenca avanza sin cesar hacia el interior. Añaden que nunca se han llevado a cabo las actuaciones necesarias para regenerar la costa de esta localidad.

Atajar el problema

Ante la impasividad del Ayuntamiento y de Costas para atajar el problema, hace casi un mes decenas de propietarios de esta calle contrataron un servicio de grúas y colocaron frente a sus fachadas grandes piedras y bloques de hormigón para evitar que el oleaje continuara perjudicando los cimientos de sus propiedades. Los costes de dicha medida de urgencia corrieron a cargo de propietarios como José Manuel Saura, que habita la casa número 49, y quien desembolsó un total de 1.500 euros para tratar de salvaguardar la vivienda que hasta dentro de ocho años seguirá siendo de su propiedad. "Parece que Costas no quiere hacer nada para ver si el mar nos echa de aquí antes de que termine la concesión, y así no nos tienen que pagar ninguna indemnización", opina.

Aunque lo cierto es que la solución aportada por los residentes fue bastante baladí, dado que pocos días después se abrió un enorme socavón en la acera justo en el momento en que paseaban dos transeúntes. Tras caer de lleno en el agujero, ambos necesitaron atención médica por sufrir contusiones. Tras el incidente, desde el Consistorio local se limitaron a rellenar dicho socavón con hormigón, pero el problema continúa todavía en otras partes de la acera que presentan el mismo estado. Por temor a la inseguridad en la que viven, los vecinos han pagado a técnicos para que hagan catas en la zona afectada y que han certificado el peligro de desprendimiento que corren algunas partes de la zona por encontrarse huecas.

A día de hoy, solo unas vallas y una cinta de plástico advierten del peligro a los viandantes, y son los propios vecinos los que han realizado pintadas en la acera alertando de la inseguridad a la que se exponen quienes por allí pasean.

La propietaria de la vivienda número siete, Inmaculada Pérez, ha explicado a este diario que desde Costas ya han advertido a algunos de los propietarios de la ilegalidad de haber colocado estos diques improvisados en plena playa, frente a sus viviendas, y son varios los que han recibido la amenaza de sanciones económicas.

Un remedio a la desesperada mientras continúan a la espera de que la administración pertinente tome cartas en el asunto y aporte soluciones a la peligrosa situación.

Reuniones con el Ayuntamiento

Los miembros de la asociación de vecinos de la zona afectada se reunirán en breve con la que recientemente ha sido elegida como nueva alcaldesa de la localidad, Carmen Verdú, para trasladarle de primera mano su problemática, llegar a acuerdos e intentar que actúe como intermediaria ante la Dirección General de Costas.

A la hasta ahora regidora municipal, la socialista Maryléne Albentosa, le propusieron que Costas acometiera las actuaciones necesarias y que serían los propios vecinos los que las pagarían para garantizar la seguridad de la zona. A cambio, los afectados se comprometieron a retirar las piedras y bloques de hormigón. m. a. R.