Los partidos intentan ganar votos antes de que los ciudadanos salgan de sus casas y para ello lo mejor es que cuando abrimos el buzón nos encontremos ya con la papeleta cerradita y lista. Hasta en eso nos ayudan los políticos. Pero la tarea no es fácil ni tampoco agradecida. Afiliados y simpatizantes, pedáneos o futuros pedáneos, primos, sobrinos y demás familia de los candidatos son reclutados para esta misión; por cierto, bastante aburrida. Consiste en coger la papeleta del voto, doblarla, meterla en un sobre y después meter la solapa de éste por dentro. Después de hacen paquetes y comienza la distribución por gente del partido para abaratar costes porque es imposible contratar una empresa para esta tarea. Todo ello es una operación en la que esta sociedad tecnificada nuestra aún no se ha preocupado y que los partidos organizan como las antiguas cadenas de operarios en plena etapa de la revolución industrial. Por poner solo algunas cifras, el Partido Popular de Orihuela está embuchado estos días 35.000; diez mil más que el PSOE; CLr y Los Verdes ofrecen cifras más modestas.

Y no sólo hay que embuchar la lista del candidato a las municipales, también del líder autonómico. No, no hace falta que se lo piensen. Primero se hacen las locales, hasta el último voto; y cuando esta tarea acaba, se hace como Camps o con Alarte. Pepa Ferrando, del Partido Popular, asegura que el proceso tiene una especial importancia esta semana final de campaña que comienza porque el voto tiene que llegar a las casas lo más cerca posible del día de la votación. Así es más fácil que se pierda. Ella no lo dice pero el voto, muchas veces, llega al vecino de mano del pedáneo o de alguien de confianza que, en ese instante, firma una especie de pacto no escrito. Una conjura para que el día 22-M esté dentro de la urna. Quien lo recibe y de quién lo recibe, se siente obligado a acudir al colegio electoral, aunque tenga comunión o haga un día de playa.