Los agricultores de la huerta tradicional de la Vega Baja están de enhorabuena. Las lluvias de este año han llenado embalses, lo que garantizará el riego durante todo el verano en la vega del Bajo Segura, así como el próximo año. Así lo aseguró a este diario el titular del Juzgado Privativo de Aguas de Orihuela, Jesús Abadía, quien señaló que los embalses de la cuenca del río Segura están al 75 por ciento, lo que cubre las necesidades hídricas de los regantes tradicionales oriolanos y con vistas a los próximos meses de estío. En esta tierra, acostumbrada a mirar al cielo y pensar en los meses calurosos durante todo el año, la noticia de que no faltará agua en las estaciones secas es algo más que una alegría.

"El suministro está asegurado", apuntó Abadía, quien añadió que "ha llovido tanto este año que nos sirve para este año y casi para el 60 por ciento del venidero". De este modo, ninguno de los aproximadamente 14.000 agricultores cuyas tierras están adscritas al Juzgado Privativo de Aguas de Orihuela tendrán que echar mano de los pozos para regar sus cultivos. Se trata de los agricultores que cuentan con una dotación directa del agua del río, los regantes tradicionales, al margen de los nuevos regadíos suministrados con agua del trasvase Tajo-Segura.

La noticia del lleno de las embalses, lleva otra buena nueva para estos agricultores: el agua será de buena calidad. Los recursos hídricos que otros años se ha extraído de pozos subterráneos contienen un alto índice de sales, lo que afecta a las cosechas. La sal perjudica a los cultivos, los cuales pueden, incluso, morir si reciben un exceso de minerales a través del riego. Desde finales de 2009, tras un largo periodo de sequía, los agricultores no ven forzados a contar con estos aforos abiertos de forma permanente, como antes, lo que ha saneado la tierra. "Si el agua es de mayor calidad, el género es de mayor calidad", comentó el juez de aguas. La alta salinidad de las aguas de riego puede causar la disminución del calibre de los frutos, de la producción, de la superficie de la hoja y del número de la superficie foliar, así como la secación de los árboles y plantas. En cítricos, el límite entre una agua con mucha salinidad y una con un índice normal es de 3.000 milisiemens por centímetro. A partir de ahí, los árboles corren el peligro de secarse o de sufrir cualquiera de los males mencionados. A estos problemas, se suma la acumulación de sales en el suelo, ya que impiden que el agua penetre en la raíz. No obstante, las lluvias ayudan a limpiar el terreno de los minerales.

Año hidrológico

Aunque todavía es pronto para lanzar campanas al vuelo, el año hidrológico, que termina el 30 de septiembre, va bastante bien. Las precipitaciones en forma de lluvia han contribuido a regar y garantizar el riego de las 9.000 hectáreas, aproximadamente, que dependen del Juzgado Privativo de Aguas de Orihuela. Abadía recordó que, con este agua, se han regado cultivos de hortalizas y cítricos, los mayoritarios en la Vega Baja del Segura. Un sensación que también comparten los regantes tradicionales de Callosa de Segura, Almoradí, Guardamar o a la cola del sistema de acequias, Dolores y Catral.

Deciden las aportaciones al río

La Comisión de Desembalses de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) se reunirá el próximo 24 de mayo para fijar las aportaciones de agua al río desde los embalses de la cuenca. Durante la sesión, se establecerán plazos y la cantidad de agua que se aportará al cauce del Segura este verano. El pasado 27 de abril, los embalses de la cuenca estaban al 71 por ciento de su capacidad.

En veranos anteriores, la CHS perforó pozos a lo largo del cauce con el fin de extraer agua y arrojarla a la ribera del Segura para que los regantes pudiesen alimentar sus cultivos y para que los sedimentos no se depositasen en los tramos urbanos del cauce. Los años 2007 y 2008 fueron especialmente secos, por lo que el organismo de la cuenca del Segura se vio obligado a echar mano de agua de escasa calidad para mantener las aportaciones a los regadíos.