Los productores de limón de la Vega Baja han retrasado la recolecta de los cítricos hasta el mes de mayo para esperar a que se recuperasen los precios. Según Antonio Fabregat, uno de los tantos propietarios de fincas dedicadas al limón de las que se extienden por esta comarca, señaló que el coste de producción de un kilo de estos frutos cuesta unos 0,17 euros (28 pesetas). Aunque los precios varían en función de la demanda y de la oferta, se han llegado a pagar 0,04 euros (siete pesetas) por kilo.

La abundancia de limones a causa de la floración de los árboles y la llegada de productos del exterior ha propiciado que la oferta supere la demanda y que los precios fijados hayan estado por debajo del coste de producción. Fabregat recordó que, al inicio de la temporada, los compradores ofrecían unos 0,12 euros. "El año pasado vendí los rodrejos (los limones fruto de la segunda floración, que no se consideran cosecha por su baja calidad) a 0,6 euros", comentó. Por eso, Fabregat y otros muchos productores han aguantado hasta mayo para terminar de cortar los limones de variedad "fina", pese a que la recolecta debería haber acabado en marzo.

El empresario que compra la producción debe encargarse de contratar al personal que recogerá los limones, así como de su transporte. Fabregat les exige, además, que aporten la documentación que certifique que la los trabajadores están dados de alta en la Seguridad Social y que las cotizaciones están al día. Y es que, en caso de que una inspección sancione al comprador, la responsabilidad subsidiaria es del productor. Todo este ritual lo repiten cientos de agricultores, aunque cada vez son menos, cada temporada.

Asimismo, el productor explicó que "hace dos años no veías a un español recogiendo limones, y ahora, de 154 recolectores, 24 son de aquí". Y es que la crisis ha llevado a muchas personas nacidas en la comarca ha volver al campo después de años empleados en el sector servicios y, sobre todo, en la construcción.

"A afarraso"

Fabregat posee una finca de 326 tahúllas en el término municipal de Almoradí, aunque él reside en Orihuela, en la que hay plantados unos 12.000 árboles que dan limones de las variedades "fina" (prima fiori) y "verna". Al año, produce unos 2,5 millones de kilos de limón que vende al comprador que más le ofrezca. Este año, la espera ha servido de poco, ya que costará recuperar la inversión hecha en productos fitosanitarios, seguros y agua, además de los gastos de mantenimiento de la finca. El método escogido por Fabregat, y por la mayor parte de los labradores de la Vega Baja, para vender los limones que cultiva es "a tanto alzado" o "al afarraso". Esta expresión define el cálculo "a ojo" de la cantidad de limones que produce una finca hecho por el corredor que hace de intermediario entre el comprador y el productor.

Robos

La agricultura ha dejado de ser rentable para muchos, ya que a los altos costes se suma la inseguridad de los campos. Fabregat optó por ironizar con el problema que le causan los robos al decir que "cuando el precio está bajo, no roban los limones". Además, el productor se ve obligado a asegurar las cosechas, ya que el granizo podría arruinar en unos minutos el trabajo de todo un año. El comprador adquiere los derechos del seguro agrario una vez se hace la transacción. Otro de los costes que empujan hacia arriba la inversión de los agricultores es el agua. Según Fabregat, su finca se riega a través de un sistema de riego por goteo que consume cuatro litros por hora. El agua que compra (180.0000 litros a 48 euros) la almacena en una balsa por la que debe pagar un impuesto municipal, algo que todavía se lo pone más difícil.

Plagas desde Argentina y Marruecos

Antonino Fabregat asegura que muchas de los limones importados de Marruecos o Argentina no pasan los mismos controles sanitarios que los producidos en España. La razón la encuentra en que los puertos de entrada de estos productos (Holanda, por ejemplo) "no son tan exigentes como aquí". Además, los cítricos que algunos compradores importan para volverlos a exportar a otros países europeos como Alemania, Reino Unido o Rusia pueden traer plagas desconocidas en la Vega Baja.

El productor asegura que algunos "bichos" que desde hace unos años deben combatir los agricultores de la comarca proceden de los países exportadores y, por tanto, competidores que introducen sus limones en España. "A mí me exigen un certificado del ingeniero técnico que controla mi finca sobre los productos fitosanitarios que utilizo y los abonos. Y a los que vienen de Marruecos no se lo piden", comenta con cierta indignación. "A final de año llegará otra plaga que ya está en Valencia", alerta.