Tigres. Eso es lo que tiene un vecino de San Fulgencio en un garaje de una zona residencial de este municipio. Su presencia, lógico por otra parte, despierta los recelos de los vecinos del área en la que se hallan, en la urbanización Las Pesqueras. Sin embargo, el Ayuntamiento no ha sido capaz hasta la fecha de impedir que se críen estos animales salvajes que carecen de las pertinentes autorizaciones. La Defensora del Pueblo, María Luisa Cava de Llano, recoge en su informe anual de 2010 hecho público recientemente, una denuncia realizada ante este organismo por una vecina que exponía la falta de atención a las numerosas denuncias presentadas ante el Ayuntamiento para que actuara al objeto de erradicar este remedo de safari doméstico en el que se había convertido el chalé de al lado.

La institución del Defensor del Pueblo tramitó la queja ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), y la Comandancia de Alicante remitió a la institución un informe en el que relataba "numerosas actuaciones llevadas a cabo por la tenencia de diversos ejemplares de animales salvajes peligrosos en la finca lindante con la de la promotora de la queja". Ese mismo informe se envió a su vez al Ayuntamiento de San Fulgencio "con el objeto de que se llevaran a cabo las actuaciones oportunas para la retirada de los animales" y su instalación en un lugar más adecuado.

Para el circo

La administración local, como suele ocurrir en muchos de estos casos, derivó la responsabilidad de la falta de actuación a otros ámbitos asegurando que el asunto estaba en los juzgados -por iniciativa del Seprona, no por el Consistorio-, y que había instruido diversos expedientes sancionadores contra el propietario y había procedido a la inhabilitación del infractor para la tenencia de animales en el municipio, aunque el equipo de gobierno no hizo efectivas sus propias resoluciones a tenor de lo que concluye el informe. Aunque se procedió a la retirada de los animales encontrados en la vivienda, lo cierto es que el implicado "seguía dedicándose a la tenencia y crianza de animales salvajes, fundamentalmente tigres y leones, sin estar autorizado para ello", al parecer con destino a la "actividad circense".

Volver a la carga

El Ayuntamiento se escudó en la acción judicial para no actuar. Pero los juzgados de Orihuela archivaron el asunto al no hallar infracciones penales al margen de las administrativas que son las que precisamente debía perseguir el Ayuntamiento. Una vez agotada la vía judicial, el Defensor del Pueblo volvió a la carga y formuló a la alcaldesa Trinidad Martínez una "recomendación" -esta entidad no puede ir más allá- para que se reanudasen los trámites administrativos pendientes en orden de ejecución de los expedientes sancionadores incoados contra al responsable de los hechos y "se adoptasen las medidas cautelares procedentes respecto de los animales en poder del implicado". El Ayuntamiento ha aceptado esa "recomendación" y asegura en su respuesta que ha reanudado los trámites para depurar la posible responsabilidad del implicado por la tenencia irregular de animales salvajes, y le ha enviado al vecino una "notificación de clausura de establecimiento" por carecer de licencia para esta actividad tan exótica, si donde se lleva a cabo es en una zona de chalés turísticos residenciales, y, otra vez, un requerimiento para que se lleve a cabo el desalojo de los tigres y demás animales peligrosos "con el apercibimiento de que en caso de incumplimiento se procederá a la ejecución forzosa de lo ordenado". El Ayuntamiento no había podido notificar el decreto de clausura al responsable de los animales hasta finales de 2010, considerando suficiente para que el vecino se dé por enterado la pública exposición del decreto de Alcaldía en el tablón de anuncios municipal.

VERSIón municipal

Tres semanas "sin rugidos"

Aunque este diario no pudo recabar ayer la versión sobre este asunto de la alcaldesa Trinidad Martínez y de la Concejalía de Seguridad fuentes municipales indicaron que "hace tres semanas" agentes de la Policía Local pudieron comprobar que los criadores de animales salvajes habían abandonado el chalé con sus particulares animales domésticos. Algo que ya han hecho en alguna otra ocasión para volver a criarlos más adelante con destino, al parecer, al mercado circense. Como propietario de la vivienda aparece un vecino nacido en Italia y como inquilino un ciudadano francés. D. P.