Al final tuvo que intervenir Génova para evitar un conflicto de primera magnitud. La mediación de la vicesecretaria general del PP, Ana Mato, fue clave, precisamente, para que la fractura entre los afines al presidente de la Diputación, Joaquín Ripoll, y los seguidores del titular del Consell, Francisco Camps, no fuera todavía mayor. Mónica Lorente y Jorge Sedano, alcaldes de Orihuela y Alcoy, resistieron el intento del campismo de meter cuña en sus candidaturas y sólo accedieron a autorizar una modificación en sus listas cuando las pretensiones de los afines a Camps eran muy superiores. Eso sí, Lorente no pudo mantener a Antonio Rodríguez Murcia, imputado en el caso Brugal, el último de los ediles implicados en la trama que afecta a las basuras de la Vega Baja que quedaba en la candidatura. Fue, en todo caso, una jornada larga y muy tensa.

De hecho, no hubo fumata blanca para presentar las candidaturas del PP en Alcoy y Orihuela hasta pasadas las once y media de la noche entre el estupor general y el malestar de los afines a Ripoll. El apoderado popular en la Vega Baja, Pedro Hernández Mateo, por ejemplo, se marchó a cenar pasadas las diez de la noche mientras en Valencia seguían negociando a varias bandas: con Génova, con los dirigentes locales, con los alcaldes pero también con la mirada puesta en Benidorm. Si Gema Amor rompía y se marchaba, la dirección regional del PP amenazaba con modificar a su antojo las listas de Orihuela, Alcoy y Villena, grandes feudos de Ripoll. Esa era la gran amenaza de la jornada.

El conflicto no pasó a mayores gracias a Madrid pero, sobre todo, a que los alcaldes se movieron para evitar una maniobra que hubiera abierto una brecha de consecuencias incalculables. A primera hora de la mañana, por ejemplo, Jorge Sedano, acompañado del diputado Miguel Peralta, se presentó en la calle Génova para pedir la mediación de la dirección nacional del PP. Valencia quería modificarle la lista e incluir a dos dirigentes campistas en puestos de salida. Ana Mato, sin embargo, les dio garantías de que intervendría en la Comunidad Valenciana. Se volvieron a Alcoy a media tarde y esperaron hasta resolverlo.

En Orihuela, Mónica Lorente partía de una situación todavía peor. Los campistas querían hasta cuatro plazas en la candidatura que la primera edil había remitido a Valencia para su ratificación pero, sin embargo, sólo tuvo que ceder para meter a Araceli Vilella, actual edil. Los campistas querían también incluir en la candidatura a Eva Ortiz, candidata ya a las Cortes. En ambos casos, en último extremo, no hubo demasiados movimientos. Un simple baile de nombres. Un retoque. Los afines a Ripoll, de esta manera, resistieron el envite, los escenarios en los que los campistas querían meter cuña.