Después del terremoto de 1829, el ingeniero guipuzcoano José Agustín de Larramendi se encargó de diseñar el municipio. Larramendi ocupó la Dirección General de Caminos durante la regencia de María Cristina. El ingeniero ideó un municipio con calles anchas y perpendiculares, al estilo de los ensanches que se acometieron en las grandes ciudades españolas. Las casas debían tener una sola planta y salida por la parte delantera, así como otra por la parte trasera a través del patio vecino. De este modo, Larramendi planificó un municipio resistente a las sacudidas que pudiesen ocurrir en el futuro.