A las copas desmochadas y caídas de las palmeras canarias y datileras en toda la comarca se le suma ahora, coincidiendo a veces en el mismo paisaje, el desolador aspecto que presentan los ejemplares de piteras que han sido atacados por una nueva especie invasora emparentada con el picudo rojo, el llamado picudo del ágave o negro. A diferencia de su primo palmáceo, este picudo más pequeño y de color negro se centra en las pitas o piteras, planta ornamental habitual en jardines de áreas residenciales y en parques públicos que encuentra su hábitat ideal en la semiaridez de la Vega Baja. Antaño utilizada para delimitar bancales, la pitera se caracteriza por sus grandes hojas de afiladas puntas y sus altos tallos con flores.

Es el caso del Parque Natural de las Lagunas de Torrevieja y La Mata donde las hileras de piteras -algunas de gran porte-, delimitan las fincas de viñedos y retienen la tierra frente a la avenida de las ramblas que bajan desde el Alto de la Casilla. Varios de esos ejemplares aparecen ahora destrozados por la acción depredadora de este bicho importado. "Desde que tengo memoria conozco piteras plantadas aquí y jamás he visto nada parecido", explica Paco Paredes, matero y vinatero, mientras observa las plantas. "En septiembre comenzaron a doblarse y ahora están destrozadas". Comenta que incluso se oye el crujir de los bichos, muy metidos en el tronco, devorando la planta. La bióloga de la Estación Phoenix de Elche, una entidad de referencia en el estudio de las palmeras, explica que en las últimas fechas han recibido llamadas de alerta sobre esta plaga que avanza en espacios públicos y privados, exclusivamente porque se identifican los efectos sobre la pitera y la propia apariencia del picudo del ágave con los que se producen en las palmeras.

Gómez admite que tienen muy pocos datos sobre este insecto y que las referencias se limitan a los efectos económicos que tienen las plagas de este picudo en las producciones de tequila, mezcal, pulque y derivados cosméticos en México. Tampoco si este bicho con aspecto menos agresivo que el picudo rojo, más pequeño, muy torpe para emprender el vuelo y similar a un escarabajo, podría modificar sus pautas de comportamiento y afectar a otras plantas o árboles porque las especies invasoras pueden variar su comportamiento en función de las condiciones con las que se encuentren. Un insecto invasor que probablemente aterrizó con una importación de esta planta de las que hay un centenar de variedades, y que está acabando con una especie que tampoco es autóctona, aunque asentada en el Mediterráneo desde hace siglos.

Desde las canariensis "acabarán con el resto"

Susi Gómez, bióloga de la Estación Phoenix de Elche, a preguntas de este diario explicaba ayer que confiar en que la plaga de picudo rojo no va a afectar a las palmeras datileras u otras variedades como la washingtonia, por su predilección por las canarias, es un espejismo. "Cuando el bicho llegó de Oriente Medio no conocía la canariensis. Lo que hay es que reducir la plaga y no esperar a que acabe con todos los ejemplares de las canarias como ha sucedido en la costa de Málaga. Allí ha eliminado esa variedad y ahora van a por el resto". Para esta experta lo efectivo es tratar la palmeras afectadas para intentar evitar el impacto de la plaga y reducir su radio de acción. Y es que en la Vega Baja el que aparezca un ejemplar afectado por la plaga de picudo rojo ya no es noticia. Lo es que el ejemplar permanezca durante meses extendiendo la plaga a otros ejemplares hasta secarse sin que los particulares o las instituciones públicas actúen.