Son menores que han de responder por conductas de las que se deriva responsabilidad penal realizando prestaciones en beneficio de la comunidad. Conductas entre la gamberrada y algo más serio como el delito menor, que van desde la pintada grafitera o el uso de espacios privados como un jardín, a pequeños hurtos o al robo de una moto. Y lo hacen en el Club de Rugby Charranes de Torrevieja, que coordina Jorge Gallach, desempeñando una serie de actividades que sirven para saldar la deuda legal y social de los jóvenes mientras trabajan en beneficio de un colectivo que en su segundo año de funcionamiento agrupa a 127 jugadores.

Hasta el momento han sido siete los menores que ya han realizado en el Club Charranes este tipo de prestaciones con las que se pretende que los jóvenes asuman su conducta negativa y entiendan que la prestación de estos trabajos que legalmente se les exige, es un acto de reparación que revierte en beneficio social. En este caso, en un club deportivo casi recién nacido que funciona con mucha iniciativa pero con escasos medios, y que aspira a obtener el respaldo del Ayuntamiento de Torrevieja para convertirse en otra más de sus escuelas deportivas.

Las tareas que realizan para el club son tan variadas como sus necesidades y los menores que han de cumplir estas prestaciones en beneficio de la comunidad pueden desempeñar funciones de utillero, rellenando las botellas de agua que se distribuyen en los partidos, ayudando a instalar y a quitar las pesadas porterías de rugby en el nuevo Estadio Nelson Mandela o revistiendo con protecciones las torres de iluminación y las columnas de riego o trasladando el equipamiento. También desarrollan trabajos administrativos como la elaboración de las fichas de los jugadores adscritos al club -que cuenta desde la categoría de pre-benjamines a la senior-, llevar las anotaciones de los resultados de los partidos oficiales o preparar la publicidad de los encuentros.

Estos trabajos no pueden imponerse sin el consentimiento de los propios menores. Como coordinador del Club Jorge Gallach, profesor de Primaria, licenciado en educación física, es a su vez responsable de estos menores que han de computar entre 30 y 50 horas de trabajos en beneficio de la comunidad. De su nivel de trabajo y compromiso ha de informar puntualmente a la Administración y a la entidad de supervisión delegada, en este caso, la Fundación Diagrama. Salvo algún caso en el que ha tenido dificultades para localizar a algún menor, en ocasiones, miembros de familias desestructuradas, los jóvenes suelen cumplir escrupulosamente con su obligación en este tipo de prestaciones desarrollando las tareas que el coordinador les asigna, hasta completar el tiempo de prestación.

El tercer tiempo

Dentro del Club Charranes, los miembros más pequeños apenas advierten su presencia considerándolos simples colaboradores, mientras a los mayores les puede servir de ejemplo a fin de evitar conductas negativas. Un balance tan positivo de la iniciativa para un club modesto como el de los Charranes ha motivado que su coordinador solicite formalmente la obtención de este tipo de prestaciones por parte de infractores de tráfico o quienes incumplen una orden de alejamiento, entre los que podría aprovechar para el club deportivo servicios de distintos profesionales como por ejemplo de personal médico.

Se trata además de una iniciativa que se adapta muy bien al espíritu de este deporte, conocido por el respeto a las reglas, la disciplina o la convivencia entre oponentes y aficiones tras el partido compartiendo almuerzo en el denominado tercer tiempo.