Un "drugstore" de Los Ángeles, California? No. Una gasolinera de La Murada, Orihuela. Podría parecerlo pero la imagen no corresponde a ninguna película americana de reciente estreno. Es parte del video grabado el pasado viernes en una gasolinera de La Murada donde se recogen momentos del atraco a mano armada que sufrieron sus propietarios. Aunque en esto de los atracos llueve ya sobre mojado en esta población, que lleva años esperando presencia permanente de la Policía Local de Orihuela y un refuerzo de la Guardia Civil.

A esta crónica de delincuencia prenavideña hay que añadir el robo en un establecimiento de 40 vestidos de novia y comunión, además de 30 rollos de seda y géneros de calidad valorados en 55.000 euros. Por no hablar de los habituales robos en domicilios particulares a cuya larga lista de afectados vino a añadirse el otro día el peluquero del pueblo (3.000 vecinos), después de que un vecino se quedara un poco mosca al ver cómo dos jóvenes salían cargados de su casa en el campo con dos carretillas a reventar de enseres.

Dicen los muradeños estar hartos de esta situación de inseguridad permanente a la que sin embargo no se resignan, y para los vecinos que les toque la lotería es precisamente que no les toque a ellos. Cafeterías, comercios, casas de campo, casetas de aperos, herramientas de trabajo, generadores, combustible, las mismas cosechas de cítricos. Nada ni nadie se libra. Consideran a todas luces insuficiente la vigilancia de la Guardia Civil de Callosa y demandan presencia policial permanente.

No es una broma

El pasado viernes, sobre las siete menos cuarto de la tarde, los empleados de la gasolinera de La Murada estaban tranquilamente charlando mientras esperaban a los clientes en la caja cuando un hombre encapuchado con un arma en la mano, entró a toda velocidad en la tienda de la estación de servicio y les gritó amenazándoles con la pistola: "¡El dinero, joputas!". Suena a película de Torrente, pero para los empleados de la gasolinera aquello no era ningún rodaje. Levantar los brazos (a la dependienta se le cayó el gorro de Papa Nöel navideño) en un gesto casi reflejo al sentirse encañonados. Fue lo único que pudieron hacer. El asaltante, al que atribuyen otro intento de robo en un estanco de La Matanza, insistió con acento extranjero y puso una bolsa de basura sobre la mesa. José Luis Cazorla, el encargado, estaba en ese momento en el despacho de administración con otro vecino que comentó en tono jocoso: "Nos está gastando una broma". Pero no lo era y solo cuando el atracador se percató de que había más gente en el establecimiento emprendió la huida sin consumar el atraco como reflejan las cámaras de seguridad del establecimiento. En julio de 2008 un vecino colgaba un cartel en su casa avisando que no había nada para robar. Aún lo mantiene.

REivindicación vecinal

Los colectivos Asojoven y Somos La Murada reclaman soluciones

Los responsables de Asojoven y Somos La Murada, asociaciones vecinales de esta población, están "hartos" de que la Subdelegación y la alcaldesa Mónica Lorente no cumplan su promesas para mejorar la seguridad en La Murada. El refuerzo de agentes de la Guardia Civil de Callosa no llega, y la puesta en marcha de un retén de la Policía Local, algo que Lorente anuncia cada vez que acude a la zona, no termina de concretarse. "Lo va a dejar para las elecciones. Pero hace falta ya, y hace falta desde hace un montón de años", explicaban ayer Alfredo Sigüenza y Vicente Pérez. Cada vez que ocurren este tipo de robos, se intensifica durante unos días la presencia de la Policía y la Guardia Civil de Callosa, pero luego desaparece. Ha habido manifestaciones y protestas curiosas, como la del vecino que mantiene una gran valla en el acceso de su vivienda en la que disuade a las ladrones de entrar porque no tiene objetos de valor en el interior.

Una iniciativa que tuvo repercusión nacional y que hizo que el Ayuntamiento oriolano y la Subdelegación "se pusieran las pilas", aunque sólo durante el tiempo de influencia mediática del asunto. Los robos en el interior de viviendas se ceban en las "partidas rurales", poblaciones que dependen de Orihuela y que no cuentan con presencia policial continuada. Desde el Ayuntamiento se insiste en que la competencia sobre seguridad están en manos de la Subdelegación, pero al tiempo sigue prometiendo el retén. Y la subdelegada, Encarna Llinares, sin aportar soluciones a la inseguridad en estas zonas, se limita a repetir la estadística sobre el supuesto descenso en el número de delitos cada vez que acude a inaugurar una obra en la Vega. D. P.