La viuda de Miguel Hernández, que dejó su impronta en Cox porque residió allí con el poeta en los años más felices de la pareja, recibió ayer un homenaje a título póstumo por "la gran presencia que tiene todavía en este pueblo, donde viven multitud de sus familiares". El Ayuntamiento la nombró hija adoptiva de la localidad en un sencillo acto que recordó algunas de las vivencias de ambos en los paisajes cojenses. El emotivo nombramiento lo recogió su nuera, Lucía Izquierdo.