Entre cargos públicos, vecinos y festeros, Torrevieja da paso desde ayer por la tarde a los actos en honor de su patrona. Son tres semanas largas que tendrán su punto álgido en el puente de diciembre, donde se celebran los actos centrales de esta efeméride que mezcla tradición, fervor religioso y fiesta. El pregón, adornado con las voces de la coral del colegio La Purísima, invitó a los torrevejenses a engalanar la ciudad, a sentirse de fiesta, a seguir la estela de anteriores generaciones y a mostrar "la enseña que más nos identifica, nuestra Purísima Concepción", dijo Francisco Reyes, director del seminario Vistalegre.

El templo se quedó mudo para escuchar sus palabras y las añoranzas que hizo de su juventud, de su forma de ver a la patrona, de sus encuentros con ella, de su fe, de su forma de entender Torrevieja. El pregonero tuvo palabras de recuerdo para el recientemente fallecido Emilio Gómez Jover o para el padre Manuel Barberá y para la generación de torrevejenses que, como él, correteaba por el municipio.

Francisco Reyes hizo historia de cómo nació la actual Torrevieja, de las primeras casas y de la ermita, de la que se tiene constancia en 1615. También recordó a todos los torrevejenses ausentes que cada año vuelven por las fiestas al municipio en una prueba singular de cariño por la tierra que no encuentra mejor momento que el fervor que sienten por la patrona. "La auténtica proeza -dijo- ha sido poder seguir conservando nuestras raíces y poder despertar el cariño y a la acogida de nuestras tradiciones entre todas las personas que han venido a compartir sus días. Por eso, con orgullo, afirmo que actualmente la Purísima sigue siendo la devoción, el único motivo que nos une a todos sin distinción". El pregonero se despidió con un mensaje de paz y de fe cristiana: "Que estas fiestas sirvan para sacar a la luz lo mejor de nosotros y contagiarnos de un optimismo que necesitamos, teniendo como ejemplo a María, La Purísima".