El aumento constante del número de caballos y otro tipo de caballerizas centrados principalmente en el ocio y el deporte, así como el auge de los equinos de tiro y arrastre, han revitalizado la profesión de herrador en la provincia de Alicante. Este oficio fue desapareciendo junto a los caballos de tracción y los dedicados a las labores agrícolas por la llegada de nuevos sistemas de comunicación y de maquinaria agrícola.

Erwin Beyer es un maestro herrador de 50 años y de origen alemán. Su primer contacto con los caballos se remonta a sus 12 años en su pueblo natal, Pfuzhiim, cuando le regalaron su primer equino. A los 15 años herró por primera vez. Tres años estuvo de aprendiz, conociendo el oficio y compaginando su tiempo con la escuela. A los 33 años llegó a España tras seguir su aprendizaje en California (Estados Unidos), donde conoció nuevas técnicas y nuevas herramientas que perduran de las antiguas tribus indígenas de este país. "Aprendí a herrar un caballo solo, sin ayuda de nadie, con mi espalda y mi mano; además es más cómodo para el caballo" señala el herrador.

Su vida gira en torno a los equinos y a la carretera, porque sus clientes se localizan entre Málaga, Albacete, Almería, Alicante o Murcia. Su taller se sitúa en Monóvar, aunque su lugar de trabajo es sobre todo su furgoneta. Caballos para pasear, de alta escuela, de enganche, de salto o doma clásica son los ejemplares, algunos valorados en varios millones, que pasan por sus manos para herrarlos. Dicho de otro modo, para aplicarles una verdadera manicura o un tratamiento de ortopedia que los deja como nuevos y que disminuye los riesgos de que sufran lesiones. "Hay que trabajar tranquilamente, sin pegar y conociendo al ejemplar. Los animales no comprenden tu trabajo" señala.

Arte

Es todo un arte cómo se mueven las manos de Beyer, debajo y agarrando las patas del caballo, quitando las viejas herraduras, recortando las uñas, colocando las nuevas "a fuego o frías". Y más aún sabiendo que, por pequeño que sea, un caballo pesa cientos de kilos y el más mínimo movimiento puede ocasionar heridas de consideración al herrador.

"En la sociedad actual los equinos están más cuidados y atendidos, porque se tienen por ocio (excepto en ocasiones que se abandonan y mueren), mientras que antes estaban peor tratados y se utilizaban en actividades más duras", explica. Sus clientes, como José María Charcos, de Formentera del Segura, le tienen gran estima porque además de herrar actúa como un consejero sobre los cuidados del animal e incluso en la prevención de enfermedades.

A diario "calza" como media a cinco ejemplares. Trabajo, afirma, no le falta, aunque ahora hay menos que antes."Muchas personas han vendido sus caballos al no poder mantenerlos", asegura el herrero. Incide sobre la existencia de "pocos herradores legales". De los otros hay muchos, pero "no pagan impuestos y bajan los precios; eso me afecta a mí y a otros que sí pagamos Seguridad Social".

Erwin Beyer tiene un aprendiz, un joven de Monóvar, Diego, a quien está enseñando el oficio para que perdure. Como hicieron con él.