Los héroes del milagroso rescate de Cristina son Valentín Heredia y su perra Zaina. Ella, una caniche negra de casis seis años que no se separa de los pies de su amo, se escapó a olisquear junto al zulo donde quedó atrapada la chica. Él, un maestro de Primaria de 34 años, la oyó pedir auxilio a gemidos.

¿Cómo encontraron usted y su perra a la chica?

Vivo en Almoradí pero mis padres son de Redován. Aprovechando las vacaciones fui a ayudarles al campo y cuando volvía la perra tenía mucho calor, iba con la lengua fuera. Así que dije, "venga, vamos a dar un paseo", y paré en esa zona. La perra salió corriendo hacia el agujero, la llamé varias veces y no volvía. Al acercarme la chica me oyó. Empezó a pedir auxilio, era imperceptible al principio. Un maullido, creí que era un gato. Ya me iba, pero a la segunda vez dudé. Volví y la oí, como un gemido, un alarido...

¿Cuando se le escapó la perra supo que le indicaba algo?

Fue muy raro porque suele ir siempre detrás de mí, sin separarse de mis pies. Creo que estaba olisqueando el rastro e iba hacia allí... Fueron circunstancias raras, porque yo no había estado en ese lugar antes, sólo había pasado con el coche.

¿Vio a la joven muy débil?

Estaba al límite. Le pregunté si estaba bien, qué le había pasado... Me dijo que se había caído. Sólo con un hilo de voz. Le pregunté si se podía mover hacia el centro para que la viera porque estaba en una zona de sombra, pero no podía. Si yo me asomaba y me caía nos quedábamos allí los dos. Le dije que se quedara tranquila y fui a buscar ayuda a la Policía Local.

Estuvo presente en el rescate. ¿Qué sintió cuando la sacaron?

Es una sensación muy extraña... Muy impactante al principio, esas cosas las ves lejanas, a la distancia de la televisión, pero después lo viví con normalidad porque vi el despliegue de Policía, Bomberos... Y veía que al menos tendría un final feliz. En la camilla era como un peso muerto, su respiración tenía movimiento nulo.