El dueño de la vivienda que ha quedado arrasada por las llamas de una quema de rastrojos (iniciada, al parecer, por una vecina) no escondía ayer que "estamos mal". Él y su mujer, ambos entre los 65 y los 70 años, salieron a la carrera de su vivienda en Catral cuando se dieron cuenta de que el fuego se acercaba sin control hasta su puerta. Él no tuvo tiempo de buscar siquiera una camisa, pero logró a malas penas saltar una valla para soltar a los perros y conseguir que tampoco sus animales sufrieran heridas. Fuentes de la Policía Local contaban a este diario que "cuando hemos llegado salía con el perro cogido y le hemos tenido que apartar de las llamas. Estaba muy nervioso".

No era para menos. Presenció desde primera fila cómo la casa en la que ha pasado su vida sucumbía al fuego, y aunque ayer le quedaba el consuelo de que nadie hubiera resultado dañado, reprochaba a los Bomberos que "han tardado mucho" y reiteraba a última hora de la tarde que "aquí aún sale humo y nadie viene a apagarlo".

"Este es un gran problema -acertaba a decir-, en esta época no se pueden quemar rastrojos, si está prohibido es por algo... La casa hay que tirarla, se han quemado cuatro coches, la maquinaria (de la empresa familiar)... Todo... Toda una vida aquí y todo se nos ha quemado". Su mujer se recuperaba del nerviosismo en el interior de un coche de la Guardia Civil, acompañada de dos hijas que acudieron rápidamente al lugar y que expresaban entre llantos de rabia que "han arruinado la vida de nuestros padres, toda su vida estaba en esa casa".