El calor aprieta cada 17 de julio en Orihuela, sin fallar un solo año, porque "el día del Pájaro", el único en que la Gloriosa Enseña del Oriol sale a la calle y es venerada por los vecinos, es un día para cumplir estrictamente las tradiciones. Y de eso estuvo compuesta la jornada de ayer, de tradiciones únicas que distinguen las fiestas de la Reconquista de Orihuela del resto de Moros y Cristianos, porque desde la Enseña hasta los cargos festeros, pasando por la presencia del obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, convierten en único un día que comienza bien temprano y que este año, además, coincide con el inicio de una semana de desfiles, retretas y guerrillas de pólvora.

Los más madrugadores y los que aún no se habían acostado compartieron desayuno en bares y terrazas y miles de personas se congregaron frente al Ayuntamiento para presenciar la bajada del Pájaro. El Oriol estaba en el balcón desde la medianoche, pero todo el mundo quiso ver el momento en que descendió por la fachada consistorial suspendido en el aire, sujeto con cintas para no perder la posición vertical. A las 9.30 horas "tocó tierra" el estandarte de guerra que la ciudad conserva desde hace siglos y comenzó el papel de la síndico portadora de la Gloriosa Enseña del Oriol, María del Carmen Martínez, quien fue la encargada de portar el pendón por las calles, alternándose el peso con concejales de la corpración. Junto a ella, al menos de forma simbólica, Miguel Hernández, cuyo Centenario está celebrando este año su ciudad natal. El poeta ha sido nombrado "síndico honorífico", un cargo creado para homenajearle no sin polémica, puesto que parte de la oposición defendía que fuese sólo síndico y que su familia ejerciera el honor de portar la bandera.

El primer tramo del desfile, el de las Santas Justa y Rufina, llegó a la Catedral y desembocó en uno de los momentos más emotivos del día, cuando el Pájaro se inclinó ante el altar. Sólo ante Dios y el Rey se inclina la bandera oriolana (por eso baja en vertical desde el Ayuntamiento), aunque curiosamente aún no lo ha hecho ante un Borbón. Este año la alcaldesa, Mónica Lorente, invitó a Don Juan Carlos a las fiestas de la Reconquista, pero finalmente el Rey no pudo estar presente.

La comitiva, precedida por las comparsas de Moros y Cristianos, se encaminó entonces hacia la Plaza de Capuchinos entre bandas de música, bailes y cubos de agua lanzados desde los balcones para aplacar el calor. Ante el monumento a la Armengola, la familia festera realizó otro homenaje único, el que recuerda el papel de esta mujer que desde su puesto de nodriza del alcaide se enteró de los planes mudéjares de atacar a los cristianos; su aviso desembocó en la Reconquista de la ciudad en 1242, el hito que cada año recuerda Orihuela y que cumplió ayer 768 años.

Sobre las 15 horas volvía el Pájaro a subir al balcón, y a la medianoche se retiró al interior del Ayuntamiento, donde está a resguardo durante todo el año. Ayer procesionó el original, pero en 2011 se sustituirá según lo anunciado por una réplica, para la que hay que celebrar un traspaso de poderes formal, como corresponde a una tradición única y centenaria.