Las 32.962 hectáreas de terrenos (casi 33o millones de metros cuadrados) plantados con cítricos en la provincia de Alicante, más de la mitad instalados en la comarca de la Vega Baja, capturan al año 8.240.500 toneladas de dióxido de carbono (CO2) causante del efecto invernadero. En otra palabras, la superficie dedicada al cultivo de cítricos evita la contaminación equivalente a 6.400.000 vehículos a motor al año. En Alicante capital, por ejemplo, hay 196.253 vehículos matriculados.

A estas ventajas medioambientales de huertos de naranjos, mandarinos y limones, sin contar con otros tipos de cultivos que también actúan como sumidero de CO2, se unen los económicos. En concreto, cada año se recolectan 434.157 toneladas de estas frutas, según datos de la Conselleria de Agricultura, Pesca y Alimentación. Por ello la agricultura en general ocasiona, además, importantes beneficios en todos los sentidos y no sólo para los agricultores.

En este sentido, los ciudadanos se benefician de la actividad agraria, ya que proporcionan a los consumidores alimentos saludables y frescos, al tiempo que dan empleo de manera continuada y generan espacios de recreo y saludables. Con ello mantienen un paisaje que, como en caso de la huerta tradicional del Bajo Segura, es considerada como un bien "a proteger como Patrimonio de la Humanidad" por sus valores agroecológicos, económicos y culturales, según diversos colectivos conservacionistas, de regantes y universidades.

El regadío tradicional comenzó a implantarse en el siglo VIII en época andalusí con la llegada de árabes de Oriente y bereberes del norte de África y que aparecen en todos los manuales mundiales sobre el paisaje, según explica el Catedrático de la Universidad de Alicante Gregorio Canales. La importancia en la inmovilización del CO2 de cítricos ha ocasionado que la Conselleria de Agricultura haya puesto en marcha una campaña para concienciar a la sociedad en general de la importancia de la agricultura para la Comunidad.

El responsable en la Vega Baja del sindicato agrario La Unió, Daniel Martínez, asegura que no solo el arbolado retiene el CO2 . También lo hacen las hortalizas y otras plantaciones por lo que hay que reclamar que "la huerta no se vea sólo como un negocio para lo agricultores, que ahora no lo es, si no como un medio que contribuye a mejorar la calidad de vida de todos".

En similares términos se define Eladio Aniorte, presidente de Jóvenes Agricultores-Asaja Alicante, al asegurar que a los agricultores "no dicen que somos los destructores de todo". "Lo cierto es que lo único que hacemos es producir alimentos y mantener el paisaje y el medio ambiente". Para Aniorte "hay que valorar un poco más la agricultura que se la están cargando y si las administraciones destinan tantos dineros para conservar el medio hay que tener en cuenta que nosotros también somos medio ambiente". Según el presidente de Asaja "se nos está negando todo a pesar de la labor ambiental del campo".