Sorpresa, indignación, impotencia y hasta resignación. Por muchos estados de ánimo pasó ayer Juan Manuel Vicente Sánchez -también tocando de cerca la rabia- desde que a las 7.20 horas descubrió que de nuevo le habían robado el generador de electricidad con el que programa el riego por goteo para sus 26 tahúllas de naranjos, entre el Camino Atrochero y la carretera Albatera-La Murada (la finca está sobre terreno de Orihuela y de Callosa de Segura), una zona en la que denuncia la nula presencia policial.

Los ladrones entraron a pie tras cortar con unos alicates un trozo de malla metálica escondidos tras los árboles. Una vez dentro del terreno se dedicaron a romper con un mazo el muro de más de 20 centímetros de grosor de la caseta que protegía el generador, hasta dejar la pared reducida a escombros. Entonces dieron aviso para que llegara el tractor grúa o se fueron a por él (el caso está siendo investigado por la Guardia Civil de Callosa de Segura). Con la máquina, que dejó huellas en la tierra, arrancaron la puerta metálica de la finca, cortaron los cables eléctricos que van a la caseta de riego y doblaron los barrotes de una jaula de hierro que protegía lo único de valor que tenía la finca. Se llevaron el generador, que debe de pesar unos 500 o 600 kilos, según estiman las víctimas del robo, y que les costó 10.000 euros hace un año y medio. Lo habían comprado, de hecho, para sustituir a otro robado en octubre de 2008.

El dinero perdido no se reduce al motor -por el que tuvo que regatear Juan Manuel porque los beneficios de su huerta no dan para lo contrario, según cuenta-, sino que hay que sumar los 600 euros que le costó rellenar el martes el depósito de gasoil de 1.500 litros que también le han vaciado, o los 800 euros que le costó que el herrero le construyera la jaula y la anclara al suelo para proteger el motor... Y tampoco se quedan las pérdidas en lo que le robaron en la madrugada de ayer, además habrá que ver si la cosecha sale adelante sin riego.

"¿Para esto me gasto yo el dinero, para qué tantos años trabajando...?, ¿para los sinvergüenzas?" se lamentaba ayer Juan Manuel. Su mujer, Maria Isabel, subrayaba que su marido "pasa todos los días" a vigilar la finca (de hecho estuvo el martes por la noche hasta las 21.30 horas). "Son mis intereses", explica él, pero no puede instalar cámaras de vigilancia ni prescindir del generador, porque le piden para llevar la luz a su terreno de 50.000 a 60.000 euros. "Para eso tengo que vender la finca... Te dicen "te robo yo y así luego no te saltan la tapia"".

En menos de dos años le han entrado otras dos veces (como a otros vecinos). Una en enero de 2009, aunque salieron corriendo y abandonar un camión en el que pretendían meter el botín (robado tres meses antes, constató la Guardia Civil). Habían cargado hasta el váter. Volvieron en marzo de este año, abrieron un boquete en la caseta y se rindieron porque no podían forzar la jaula. Por los antecedentes, el propietario cree que son los mismos: "Me tienen vigilado, a cada paso".

Como si fuera una broma de mal gusto, esta vez los ladrones le dejaron algo a cambio. Abandonaron en la finca, allí tirada, una vieja silla que al parecer les ocupaba mucho sitio en el camión. La silla en la que, después de haberle robado, se sentaron en su propiedad a comerse sus últimas brevas. Bajo la higuera de Juan Manuel.