Nacido en Petrer en 1962, es director del Departamento de Derecho Civil y del Máster Oficial de Abogacía en la Universidad de Valencia. Entre artículos científicos encontró tiempo para publicar libros de poesía porque "lo que me apasiona es el ejercicio de escribir".

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En su faceta de escritor atesora premios en concursos de poesía, manuales y artículos científicos sobre derecho privado, monografías de derecho civil... Y ahora una novela corta. ¿Le resulta fácil cambiar de registro?

No, es muy difícil. Siempre he escrito poesía, siempre, y algún cuento muy cortito. Y siempre he tenido la cosita de escribir una novela, no sé si a lo mejor es pereza. Una poesía sale, la escribes, la retocas, la piensas... Pero un día se me ocurrió la idea y empecé a escribir. El principio me salió de un tirón, la parte intermedia me costó trabajo y el final me volvió a salir.

Se podría decir que fue casi la historia la que le pidió que la escribiera.

Sí, de hecho, terminé la novela, la presenté y se me olvidó. Cuando me llamaron de la CAM ni me acordaba, creía que era para ofrecerme algún producto y le dije a la señorita que no me interesaba (se ríe). Revisándola para la publicación, me di cuenta de que la novela me pedía más. Tengo unas cien páginas que podrán ser la segunda parte, porque cierran el círculo.

La definido como "una historia "del extremo yo", una introspección en ciertas contradicciones de un sujeto que le producen cierto problema mental". ¿El lector se va a encontrar ahí también?

Creo que sí, que cualquier persona de cierta edad y que haya reflexionado un poco sobre el devenir de la vida se va a encontrar ahí. Hay un punto de la vida en que hay que replantearse más bien todo. El detonante en este caso es una relación personal que no encaja bien.

Es la historia "de alguien que escribe hasta volverse loco o de un loco que escribe para ordenar su locura". ¿Cuál es más verosímil? ¿Cuál le encaja más?

Creo que es la segunda. En la escritura se encuentra la salvación. La escritura es una especie de terapia.