Los demandantes que persiguen la retirada de la Cruz de La Muela ("Asociación Preeminencia del Derecho", Encarnación Martínez y José Luis Mazón) han presentado ya un escrito ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) argumentando su recurso para que se retire el símbolo religioso del monte público. El principal argumento es el "derecho fundamental de todos los ciudadanos a la "aconfesionalidad del Estado"" , por el que "los espacios de todos (como la sierra) no pueden quedar sujetos a servidumbres permanentes de un grupo religioso".

Sin embargo, se exponen más razones a lo largo de 18 páginas. Los demandantes argumentan que es una cruz "vulgar y desprovista de valor artístico", una "mancha o profanación de un santuario de la naturaleza", pero en absoluto "un símbolo cultural de Orihuela" como se ha defendido públicamente. Un símbolo, dice la demanda, que "los afectos a la cruz luchan por imponer a todos, como corresponde al peso hegemónico y dominante de su tradición".

El recurso relata que se retiró en 1936 de acuerdo con la Constitución en la II República, y que fue instalada de nuevo en 1942 por los vencedores en la Guerra Civil; "los camisas azules de brazo en alto y taconazo, defensores del régimen franquista". De hecho, el escrito compara esta cruz con la que corona el monumento del Valle de los Caídos. Además, tacha de fantasías la versión de sus defensores, que fechan en 1.400 la primera cruz sobre La Muela y la atribuyen a San Vicente Ferrer (así lo sostiene un trabajo del cronista Galiano Pérez).

El escrito se sorprende de que hayan defendido la Cruz también los socialistas locales, que "se integran" con los sectores conservadores en un "movimiento "neocatólico" oriolano" (menciona que "la socialista en jefe" llamó a los promotores del recurso "talibanes del catolicismo"). Para ilustrar la intolerancia de los defensores de la cruz, repasa que desde que se anunció la intención de pedir su retirada se ha manifestado públicamente una ""kale borroka" o "lucha callejera" donde el insulto y la incitación al hostigamiento son parte de su mecánica", prácticas que "tienen muy poco de valores cristianos". El recurso llega a nombrar incluso películas como "Ágora" (de Alejandro Amenábar) para demostrar que la religión católica no es "inofensiva, como el budismo, sino opresora y odiosa, sembradora del sufrimiento y las tinieblas a lo largo de siglos".