Orihuela también tiene su torre inclinada. La de la iglesia de San Agustín en el centro de la ciudad. La Generalitat no va a destinar ni un solo euro en 2010 a su restauración pendiente entre sus compromisos de inversión desde hace una década. El templo está cerrado al culto por su mal estado de conservación desde hace veinte años. Desplomes en los muros portantes, desprendimientos, numerosas fisuras, ornamentación barroca seriamente dañada y cubierta deteriorada y desplomada en algunos puntos son algunos ejemplos del grave deterioro de esta iglesia. Entre los últimos hay que mencionar el derrumbe de parte de la techumbre de la Sacristía en 2009, hecho que reactivó las peticiones de restauración por parte de grupos políticos y colectivos como la Hermandad de la Resurrección, aunque éstas se vienen sucediendo con cada nuevo episodio de deterioro desde que cerrara sus puertas al público, según recordaban ayer a este diario fuentes de la citada Hermandad, que tiene su sede en este iglesia.

Un informe del Consell Valencià de Cultura aprobado a finales de 2008 apremiaba a la administración para que actuara de forma "urgente" y salvara este patrimonio, situado en pleno casco urbano de la ciudad. La rehabilitación estaba proyectada y presupuestada en 2003 con motivo de la exposición del patrimonio mueble e inmueble de la Diócesis Orihuela-Alicante de "La Luz de las Imágenes". Sin embargo, acciones más urgentes en otros enclaves patrimoniales de la ciudad en aquel momento como la realizada en Santiago El Mayor se "comieron" ese presupuesto hasta hoy. Los responsables autonómicos de Cultura anunciaron de nuevo la obra para 2004. Las mismas necesidades en rehabilitación patrimonial han ido relegando la obra en San Agustín, mientras que con inversiones estatales y autonómicas se rehabilita el Santo Sepulcro, la cubierta del Palacio de Rubalcaba, la iglesia de las Santas Justa y Rufina, algunas dependencias de la Catedral, como la sala capitular, o se adapta el Palacio Episcopal a su proyecto museístico. En permanente lista de espera para su restauración, la Iglesia de San Agustín podría considerarse por su grave estado de deterioro, como uno de los edificios "en alerta roja" dentro del patrimonio oriolano, a pesar de contar la calificación de edificio protegido.

Iglesia de ornamentación barroca y planta de cruz latina con crucero que no sobresale al exterior, fue objeto de reedificación en la década de 1750 y sus trazas se atribuyen al destacado arquitecto y pintor Antonio Villanueva.

Inconfundible

A pie de calle el inmueble es inconfundible. Su fachada inacabada y sus torres desmochadas por los desperfectos que causaran en el edificio los seísmos que asolaron la comarca en 1829, hacen de San Agustín un edificio-ruina. Pese a todo se trata del templo de mayor amplitud y capacidad de una ciudad donde abundan los edificios del patrimonio religioso. Su órgano del siglo XVII, de caja barroca policromada, es uno de los pocos ejemplos de órgano en la provincia anterior al 1700.