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El profesor Eutimio Martín ha dedicado veinte años de su vida a investigar la vida de Miguel Hernández, un trabajo que ha dado como fruto una completa biografía, con las luces y sombras del poeta, y con la que quiere "bajarle del altar" para darle "una dimensión más humana".

"El Oficio de poeta de Miguel Hernández" es el título de la biografía que publica Aguilar, cuando se está celebrando el centenario su nacimiento, pero que se podría haber llamado "Entre la cruz y la pared", otro título que barajaba Eutimio Martín porque, según explica a Efe, sería "bueno recordar que la iglesia tuvo capital importancia y responsabilidad en su muerte".

Una biografía que está dedicada a la memoria de los dos compañeros de prisión del poeta de Orihuela, Luis Rodríguez Insern, quien le transcribió los poemas de "Nana de la Cebolla", y quien le pasaba sus poemas a Vicente Aleixandre, y Ramón Pérez Álvarez, que le aportó mucha información y hasta la documentación que él mismo iba a utilizar en un libro.

Convertirse en poeta a toda cosa y vivir de ello, como oficio, fue una de las constantes que marcaron la vida del poeta-pastor, y que refleja el biógrafo en el libro.

Y un dato que le llevó a Eutimio Martín, catedrático emérito de la universidad de Aix-en Provence a realizar una biografía "a la francesa" buscando el resorte que movió la actividad vital y literaria del autor de "Viento del pueblo" y no solo a enumerar datos.

"Leyendo la correspondencia de la biografía de Josefina Manresa (su mujer) -explica-, leí que Miguel Hernández le dice: ten cuidado con los manuscritos que van a ser nuestro pan. Ya está pensando que con la poesía va a poder vivir toda la familia, y hoy visto con el paso del tiempo, no me queda más que decir irónicamente que no solo le dio el pan a su mujer sino el caviar para su nuera", dice.

De ahí, el título de oficio de poeta. "Reivindicó el oficio de poeta y lo dignificó hasta límites heroicos al asumir con el pago de su vida el compromiso contraído consigo mismo y con el pueblo español".

Poeta "atípico", "porque fue un electrón libre al que no se le puede incrustar en nada, ni en la generación del 27, ni en la del 36. Algunos le meten en la escuela de Vallecas, pero quedará y pasará a la historia como el poeta emblemático de la República y de la Guerra Civil española", sostiene Martín.

Pero, además de esto, en estas páginas aparece un Miguel Hernández astuto, que supo mover sus resortes, que fue menos pobre que lo que dio a entender, porque fue pastor pero de sus propias cabras, y con "una gran hipersexualidad, con una líbido tremenda".

"Llegó virgen a Madrid y fue Maruja Mallo quien probablemente le desvirgó", dice el biógrafo, que escribe en el libro: Maruja Mallo "tenía un muslo hospitalario y no pudo dejar a Miguel Hernández a la intemperie".

"Maruja era preciosa, una artista genial, becada para exponer en París. Y le permitió tratar el tema del amor físico en su poesía con conocimiento de causa. Además contribuyó al cambio que el poeta sufrió en el 35", aclara.

Y es que en 1935 Miguel Hernández experimentó un giro copernicano, en opinión de Martín, dejó atrás la etapa católica y "reaccionaria" que pasó por "ambiente y conveniencia" y después de estallar la guerra civil se alistó al partido comunista.

Una lealtad al compromiso que hasta la muerte será inquebrantable para el poeta.

Su relación con Vicente Aleixandre, "el único de la generación del 27 que quiso relacionarse con él", su "estrecha amistad" con María Zambrano; su relación con Ramón Sijé, o la vida con su mujer, Josefina, "a la que quería para que le diera un hijo", son algunos de los temas que aborda con profundidad este libro.

"Miguel Hernández no sufrió problemas económicos, sí afectivos. Tuvo un gran desafecto. Primero con su padre y luego su novia y esposa, que era un calamidad", concluye el biógrafo.