¿De qué habló en su conferencia?

Todo el mundo sabe que la literatura latina estuvo muy influida por la griega. La cuestión es saber cuánto y por qué. La literatura griega era un depósito del que se podían tomar algunas cosas u otras. Hay aspectos que interesaban y otras que no. Esto es importante saberlo. Forma parte de un trabajo más amplio sobre las dos literaturas. Hay que ver cómo se reciben los impulsos, se modifican y se rompen. También hay baches y decadencias. Luego se vuelve a resurgir con otras lenguas y otros horizontes históricos. Todos debemos mucho a las culturas anteriores, porque las hemos modificado y aprovechado a nuestra manera.

¿Cuál fue el resultado del encuentro con los estudiantes de la Universidad de Alicante?

Espero que resultara interesante, porque los temas no son muy conocidos. Hablé de la literatura latina. Primero se empezó traduciendo La Odisea del griego. Hay que saber por qué se coge La Odisea. Fueron los griegos que había en Sicilia y en el sur de Italia. Decir que la literatura romana empezó con una traducción de la griega no agrada. Son términos curiosos. Lo raro es que se tomara esta obra y no otra. De esto hablé, entre otros asuntos.

¿De cuáles?

En la época más rigurosa de los romanos no se admitía a los epicúreos. Les parecía indigno. También prohibieron entrar a los retóricos. Los romanos más estrictos lo veían mal. Luego se fueron ablandando. También hablé de la posición de los intelectuales contra los imperios, del choque de Nerón y Séneca con los estoicos. No deja de ser un choque entre fuerzas humanas bastante curioso. Es parecido al que existe actualmente en otros países. Solo fueron tres cuartos de hora hablando. No fue una cosa erudita.

¿Cómo ve los estudios de latín y griego en las universidades españolas?

No hemos tenido buen trato nunca. En el último franquismo, en 1970, se hizo una ley de Educación que era contraria a nosotros. Con los socialistas de González, con los que yo negocie, se podía tratar. Con los de después no. La semana pasada escribí un artículo en el que dije que el PP de Aznar, cuando tuvo mayoría absoluta, desaprovechó la ocasión para ayudarnos. Espero que los de ahora tengan bien aprendida la lección.

¿Cómo cree que afrontará el mundo universitario la crisis económica?

Lo que me está más próximo es la Universidad Complutense. Allí se han entrampado y ahora tienen que afrontar un plan bastante miserable. Me temo que en otros sitios pasan cosas parecidas. La suerte de las universidades de España irá unida a la del país. Los que nos dedicamos a la enseñanza seguimos trabajando en todas partes: en universidades, institutos... Tenemos alumnos buenos, que funcionan. El ritmo ha bajado pero vamos marchando. También nos ha dañado el Espacio Europeo de Educación Superior.

¿Por qué?

Ha rebajado el número de cursos. El nivel ha bajado en todo el continente. Intentaremos recuperar lo que podamos. Lo que ocurre es que la economía está por encima del resto de sectores.

Usted también ocupa el sillón d en la Real Academia de la Lengua...

Bueno, yo me siento cerca del presidente porque soy relativamente antiguo. Normalmente me lo respetan. Si un día llegó tarde se cuela alguno. Fuera se oye mucho lo de las letras pero allí no le damos importancia. Las letras mayúsculas son las verdaderas letras. Luego se inventaron lo de las minúsculas.

¿Cuál es su labor en la RAE?

Me dedico a mejorar cosas que están bastante mal. Por ejemplo el nombre de las lenguas, que no están definidos con corrección. Se habla del portugués como lengua de los portugueses. Eso es decir poco. También se habla en Brasil y en Angola. Habría que decir que viene del latín y está emparentado con el gallego. Me dedico a mejorar esas definiciones.

¿El español goza de buena salud?

No se puede pedir que todo el mundo sea Castelar. Hay ciertos factores que conviene mejorar, como la influencia de las lenguas extranjeras. Son problemas de crecimiento. No lo veo mal.

¿Qué le pareció la última reforma de la ortografía que efectuó la RAE?

Al final quedó en poca cosa. Se han apaciguado las aguas. Son tormentas que surgen de vez en cuando. Se empeñan en que algunas palabras sean monosílabas. Otros se enfadan. No tiene mayor trascendencia. Se tienen que entretener con algo.