Las posibilidades que ofrece el mundo de la informática en el campo de la imagen, y concretamente en el de la fotografía y el vídeo, ya es de sobra conocido por el común de los mortales. Sin embargo, la música tampoco es ajena a la revolución informática. Reconocimiento automático de partituras sin necesidad de estudiar solfeo o programas que permiten encontrar las diferentes versiones de una canción o reproducir el sonido de un instrumento "en peligro de extinción" son sólo algunas de las posibilidades que ofrece la música por computador, un ámbito en el que trabaja el grupo de Reconocimiento de Formas e Inteligencia Artificial de la UA, integrado en el Instituto Universitario de Investigación Informática. Y es que, al fin y al cabo, como reconoce el profesor José Manuel Iñesta, responsable de esta línea de investigación, "todo lo que nos rodea es música por computador: un iPod, la selección de música a través de un ordenador personal o un simple CD". Por eso, asegura que "hablar de música por computador es hablar de lo que hacemos todos los días".

Sin embargo, lo cierto es que la música por computador está adquiriendo más relevancia si cabe en los últimos años. En este sentido, aunque la composición automática ha sido el área donde históricamente los científicos de la inteligencia artificial pusieron sus esfuerzos, en la actualidad también se está apostando por otros relacionados con la cognición humana, como, por ejemplo, la categorización de la música, la transcripción automática, la indexación y recuperación de la música, o la percepción del tono, el ritmo, la métrica o el estiloÉ Aspectos en los que hoy en día trabaja el equipo de la Universidad de Alicante, fundamentalmente a través de la aplicación de las matemáticas, y concretamente de los algoritmos, a la música.

Una de sus principales líneas de investigación es el reconocimiento automático de géneros musicales, basado en la inteligencia artificial y en una especie de "partituras digitales". El objetivo es conocer, a partir de la partitura, a qué estilo o género corresponde esa pieza, algo que podría facilitar las labores de clasificación en una fonoteca digital. José Manuel Iñesta explica que "el trabajo se basa en un programa en el que se ha introducido una serie de partituras de diferentes estilos codificadas en algoritmos para que, a partir de ahí, pueda clasificar las piezas que queremos que reconozca". Previamente, la música se traduce mediante algoritmos y se obtiene una descripción matemática de la partitura, ya que, como destaca el investigador, "los ordenadores sólo saben trabajar con números y, a través de esos ejemplos de lo que son los géneros, la máquina es capaz de clasificar los temas". A pesar de que reconoce que, "en este caso, es necesario la supervisión humana porque la máquina nunca es infalible y comete errores, lo cierto es que permite hacer una tarea que, de otra forma, sería imposible que desarrollara una persona". Además, según avanza Iñesta, ya han comenzado los contactos con la Biblioteca General para poder colaborar con este software en la fonoteca digital de la UA.

El equipo también centra sus investigaciones en la identificación de la melodía en una partitura digital. José Manuel Iñesta comenta que, "por lo general, uno se acuerda de la melodía, pero no del acompañamiento de guitarra o de piano. Por eso, lo importante es conseguir que el ordenador sea capaz de aislar la melodía, ya que la identificación automática de la pista que contiene la línea de la melodía en un archivo MIDI tiene aplicaciones en la recuperación de la música y la comparación melódica, e incluso aplicaciones comerciales inmediatas". El trabajo es el resultado de una tesis que está pendiente de su defensa, en el contexto de un proyecto Consolider del Ministerio de Ciencia e Innovación denominado Multimodal Interaction in Pattern Recognition and Computer Vision (MIPRCV), en el que participan unos trece centros españoles y más de un centenar de investigadores. Precisamente, en el marco de ese proyecto, los investigadores de la UA también están trabajando en un prototipo que sea capaz de transcribir música a un formato que contenga una partitura y, además, poder interactuar con él. La idea es que sea una realidad en el año 2012. "La similitud o comparación de melodías también permitiría detectar posibles plagios o encontrar las versiones que existen de una determinada canción en una base de datos. De hecho, ya hemos empezado a trabajar con unos 100.000 ficheros MIDI", precisa José Manuel Iñesta.

No obstante, puntualiza que "el principal problema que tenemos a la hora de publicar los resultados de nuestras investigaciones es que no podemos decir con qué datos hemos trabajado, por los derechos de autor, aunque ya comienzan a haber en la red colecciones de temas libres de derechos". Por este motivo, han encontrado en la composición automática la posibilidad de generar música libre de derechos de autor. El profesor recuerda que "éste fue uno de los primeros retos de la inteligencia artificial, cuando comenzó su desarrollo en los años cincuenta del siglo pasado, junto al diseño de máquinas que eran capaces de jugar al ajedrez". Así, se rescata el interés por diseñar programas capaces de componer melodías, aunque el reto, explica, es que previamente es necesario proporcionar partituras para que puedan servir de patrón. Por el momento, los investigadores son capaces de generar melodías y trabajar con piezas de 16 compases ajustados a un género concreto.

La síntesis digital del sonido también ha centrado parte de sus esfuerzos en los últimos tiempos. De momento, ya se ha digitalizado el órgano barroco de la parroquia de San Pedro Apóstol de Novelda. Para ello, se han tomado muestras del instrumento tubo por tubo y, posteriormente, de la acústica del templo. Así, los datos se introducen en el ordenador y eso permite que se pueda reproducir el sonido por separado. La investigación permitiría que la música del órgano se incorporara en un recinto virtual, lo que tendría repercusiones de cara a la comercialización. La digitalización se lleva a cabo con micrófonos de contacto incorporados a los tubos del órgano para que así se pueda registrar la vibración y no el sonido. "Lo que queremos es aislar la vibración del lugar en el que se enclava el instrumento", señala Iñesta. La técnica también se está aplicando a instrumentos antiguos como la zanfoña, muy extendido durante la Edad Media y que se asemeja a un violín mecánico y gira gracias a un manubrio, o a coros digitales, donde, una vez introducida la partitura, un "coro virtual" interpreta la melodía.

Finalmente, el grupo colabora con profesores de conservatorios, especialmente con los de Dénia y Murcia, para diseñar herramientas didácticas que permitan divulgar la música de una forma más sencilla, "ya que actualmente hay muy pocas cosas en este campo porque es muy complicado", lamenta el profesor. En este caso, las herramientas, que permitirían realizar ejercicios prácticos con la ayuda de un ordenador, se basan en el análisis automático de música.